La
decepción está siendo
proporcional a la gran expectación que despertó su fichaje, aunque lo primero se debe a su
rendimiento actual y lo segundo, a su
talento, indiscutible para quien le haya visto un puñado de partidos y fácilmente perceptible en sólo uno. La cuestión es que
Alejandro 'Papu' Gómez ·(33) apenas ha podido mostrar su baile en un
Sevilla FC al que no está pudiendo meterle su ritmo. Pero ¿cuáles son
los motivos?
1. Sin competir, a una liga nueva y un equipo hecho. El argentino, peleado con su anterior entrenador, arribó a Nervión con un buen estado físico, dado que no había dejar de entrenar, pero sin ritmo de competición, ya que llevaba sin participar en un partido casi dos meses. Si a eso se le suma la dificultad de llegar a un nuevo campeonato, sin conocer estilos, compañeros ni rivales, y a un equipo hecho y con los automatismos ya mecanizados como el Sevilla, todo se complica.
2. Lopetegui no le encuentra su sitio. El Papu es mediapunta y le gusta jugar por dentro, con libertad, tanto para caer a la izquierda a recibir, como para bajar y ayudar a sacarla o aparecer por la frontal del área rival para dar un pase decisivo y definir. Y, hasta el momento, nunca ha actuado en el Sevilla como '10', porque el técnico vasco es más de 4-3-3. En el Martínez Valero, al menos, fue interior, aunque por la derecha, donde más le cuesta procurarse un sitio para recibir y girarse. En el Camp Nou fue, incluso, extremo por delante de Navas, con un resultado horrible, claro.
3. Como extremo, sin un lateral profundo. En toda su carrera, el ex del Atalanta sí ha actuado en muchas ocasiones por fuera, por la izquierda, aunque siempre lo ha hecho con tendencia interior, dejando al lateral que ocupe todo el carril para él poder meterse por dentro, en busca de una asociación o el disparo. Y el problema es que su llegada al Sevilla FC ha coincidido con la lesión de Marcos Acuña y que generalmente le ha tocado compartir banda con un central reconvertido como Karim Rekik, quien sube poco, no es muy profundo y tampoco tiene los conceptos de carrilero adquiridos. Y, en ese contexto, se ha visto al Papu bastante solo y dubitativo cuando ha visto al internacional holandés doblarle, con bastante más voluntad que acierto en el último tercio.
4. No se siente líder. Hasta su encontronazo con Gasperini, el Papu era el auéntico referente de la DEA: todos los compañeros jugaban para él y él jugaba para el resto. En el Sevilla, no. Ni se le busca tanto, ni puede jugársela las mismas veces en solitario ni es el encargado del balón parado. Antes que él, no en vano, lanzan todos: Jordán, Rakitic, Munir, Suso, Gudelj... Y, sin duda, ese cambio de papel puede suponer una disminución drástica de la autoestima y requiere de un tiempo para asumirse... o para que los compañeros aprecien que él es, realmente, un líder.
5. En el peor momento del equipo. Obviamente, el contexto y los momentos cuentan. El argentino arribó con el equipo blanquirrojo teniendo que afrontar compromisos miércoles y domingos, casi sin tiempo para interiorizar conceptos y debiendo jugar 'finales'. A ello se le suma el bajón general del Sevilla, que no sólo ha perdido casi todos sus últimos partidos, sino, lo que es aún peor, su buen juego e identidad. La crisis, por otra parte, se ha llevado por delante la paciencia de Lopetegui, quien se está acostumbrado a realizar tres cambios en cada choque después del descanso y que está modificando el sistema en diferentes ocasiones durante cada envites, lo que dificulta sobremanera entender qué se le pide en cada momento.