Se ha ido
Miguel Torrecilla sin que sepamos, a ciencia cierta, si es bueno, como todo el que llega al
Betis, o tan malo como todo el que se va. El
Benito Villamarín es una máquina de triturar presidentes, directores deportivos, entrenadores y jugadores. Un proyecto tras otro, proyectos de usar y tirar, proyectos de huir hacia adelante. Lo que sí nos ha quedado claro, después del útimo año, es que a
Haro y
Catalán no se les dan nada bien los castings. Ni acertaron en el de Torrecilla ni lo hicieron posteriormente en el de Víctor. Por eso han ido ahora a por lo seguro. Al menos, a por lo que seguro que le gusta a la afición.
Se vende el adiós del salmantino como un éxito de los dirigentes, porque "no ha costado dinero", pero es la dignidad del ex del
Celta lo que debe ponerse en valor. Lo único
que ha perdido él en Heliópolis "son 12 o 13 kilos de peso"... y alguno más de dinero. La
dignidad, por irse de un lugar en el que no se siente valorado -en el que ya se encontraba apartado-, aun pudiendo quedarse sólo para poner la mano, la mantiene intacta.
'ABA' ha podido desprenderse de un director deportivo que disparó al aire su primera y única bala, aunque también ha visto irse a un profesional íntegro, de los que hay muy pocos en el fútbol. Alguien que ha preferido ser cabeza de ratón, en el
Sporting, a cola de león. O, mejor dicho, de
'Grelión', porque el Betis nunca es lo que promete y acaba siendo una estafa para su entregado público.
A
Torrecilla se le valora, para mal, por lo que trajo, de lo que únicamente se puede rescatar a
Riza Durmisi, cuando sería más justo enjuiciarle también por lo que quiso traer y no pudo. Sus primeras opciones eran
Willian José, Bast Dost -quien ha luchado por la Bota de Oro con Messi-,
David López, Mario Lemina, Valère Germain, Marco Asensio o Marc Muniesa. En cambio, llegaron
Tonny Sanabria,
Darko Brasanac,
Ryan Donk,
Nahuel Leiva,
Roman Zozulya o
Alin Tosca. Habrá que preguntarse también por qué.
El salmantino, en cualquier caso, cometió el mismo error que todo nuevo director deportivo: como recién llegado, tendió a malgastar dinero para dejar su sello, contratando jugadores de su propia cosecha y despreciando las adquisiciones de su predecesor, un
Macià que duró en el cargo exactamente lo mismo. Y
Serra va a volver a tropezar en la misma piedra, en esa que lleva años en la entrada de la puerta de cristales sin que nadie acierte a sortearla. Tras un nuevo fracaso, se avecina otra revolución en el
Betis, con nuevo técnico y con muchos fichajes que echar en la trituradora. Veremos si esta vez alguien da en la tecla y consigue pararla.