Hablar todavía de Europa con semejante panorama resulta enfermizo. Es loable que un equipo exhiba honradez, profesionalidad y ambición, pero la evidencia invita a aparcar los brindis al sol y a resignarse a que, si todavía quedaban trenes por transitar, el último pasó de largo ya por Heliópolis. Este
Betis no le gana a nadie, ni siquiera al peor visitante de la categoría (2 puntos de 36), que se adelantó dos veces y empató a la postre, balance insostenible para abandonar la zona de nadie y convertirse en aspirante. Una noche para tomar decisiones.
De inicio,
Rubi apostó por
Guardado como acompañante de
Carvalho y
Canales en la medular, sacrificando a Guido, mientras que
Fekir, otro que volvía, se escoraba a la derecha, aunque con plena libertad de movimientos, igual que Joaquín. Un cóctel que, unido al habitual desconcierto defensivo de los verdiblancos, este viernes adelantado y multiplicado, deparó una primera mitad espectacular e inclasificable. Dominó con holgura el conjunto anfitrión, que pudo marcharse con cuatro o cinco goles en su casillero, si bien solamente pudo igualar por dos veces desde los once metros, tras adelantarse otras tantas veces los bermellones con sendos golazos. Así, en el 17, el
‘Cucho’ Hernández empalmaba, sin dejarla caer, un balón suelto en la frontal, producto del desvío de
Canales al chut de
Kubo, si bien el cántabro se redimiría desde los once metros, engañando a
Reina. No había hecho falta ni el VAR, que descartó un rebote previo en el brazo (pegado) de
Raíllo, pues
Koutris, que acabó lesionado y en el banquillo entre lágrimas a la media hora, atropelló a Fekir.
Los artífices del 0-1 conectaron al filo de la media hora con
Budimir en otra gran acción colectiva del Mallorca que convirtió en gol a la media vuelta el tosco pero efectivo Budimir, aunque la alegría duró apenas ocho minutos esta vez. Fran Gámez, sustituto a pierna cambiada del lateral izquierdo titular, cortó claramente con la mano un disparo de Fekir, que se pidió esta vez el penalti. Reina adivinó el lanzamiento, pero se le escurrió entre las manos a la postre.
El carrusel de ocasiones antes del intermedio no terminó ahí. A los puntos, merecieron la goleada los de
Rubi, imprecisos en la suerte final:
Álex Moreno tuvo la primera y la antepenúltima, que cruzó demasiado y estrelló en el meta rojinegro, respectivamente;
Canales y William probaron desde la frontal sin tino, mientras que
Loren la mandó a la cepa del poste antes de cabecear cerca del mismo;
Fekir le pegó al aire a bocajarro en un pase de la muerte de Emerson; el enésimo intento de gol olímpico de Joaquín fue frustrado por Reina en el alargue... Una pírrica recompensa a la cantidad, que no calidad, de las acometidas heliopolitanas.
En la reanudación, la inercia de la fase anterior sí tuvo premio enseguida para el Betis, merced a una rapidísima transición que inició en largo
Canales y que culminó Joaquín con su disparo preferido: acostado en la izquierda, recortó hacia adentro a
Pozo y la puso en el palo más lejano, con una comba imposible para el cancerbero balear. Por primera vez, el conjunto verdiblanco se ponía por delante, aunque la noche no pintaba plácida. A renglón seguido, Emerson arriesga en exceso ante Baba, que cayó en el área.
Gil Manzano señala pena máxima, pero acepta la invitación de
Iglesias Villanueva desde la sala VOR y consulta el monitor, anulando su primera decisión. Susto gordo.
Se serenaron un poco los anfitriones, que necesitaban un respiro al lograr su objetivo de la remontada. Sin la precipitación de la primera hora de encuentro, confiaban en que la calidad hiciera el resto. Y a punto estuvo de sentenciar Canales, rompiendo el fuera de juego a pase de Joaquín, pero su mano a mano con Reina fue para el malagueño. Tampoco valió en el ecuador de esta fase el tanto a puerta vacía de Loren, pues el marbellí estaba en fuera de juego cuando Álex Moreno trazó el centro-chut.
De todas formas, el Betis era otro, se sentía más cómodo a un ritmo ideal para
Carvalho, Joaquín, Fekir y compañía. Demasiado bonito para ser cierto. En el 70, para confirmarlo, una pérdida de
Mandi en la salida permitió a
Kubo pegarle cruzado con su pierna mala, si bien el balón se le escurrió a
Joel y acabó en el fondo de las mallas. De nuevo, a remar con fuerza para que el último tren hacia Europa, si es que todavía siguen pasando por Heliópolis, no lo hiciera de largo. La tuvo Álex Moreno, a pase de Loren, pero remató desviado a quemarropa (76’).
Los visitantes se conformaban ya aparentemente con el punto, replegándose para aliarse con el cansancio contra los intereses de los verdiblancos, empeñados en abrir el campo y percutir por ambos flancos. Pero pasaban los minutos sin nada que reseñar. Rubi tiró de todo lo ofensivo que tenía en el banquillo (Aleñá, Tello y Raúl García), aunque el marcador ya no se movería. Igual lo que se mueve de aquí a mayo es el banquillo.