La afición del
Villamarín está harta. Ni la
victoria de ayer 'in extremis' contra el
Celta consigue calmar las turbulentas aguas que corren por el templo bético. Durante el partido de ayer, los seguidores verdiblancos hablaron alto y claro, no contra los jugadores ni el banquillo, el punto de mira está en el palco.
No hizo falta que comenzara a rodar el balón para que se dieran las primeras protestas contra los dirigentes. La grada de gol sur lanzó cientos de papeles en alusión a los siete folios que la directiva le había entregado a Lorenzo Serra Ferrer para justificar su despido este mismo verano. Durante la presentación del equipo, los silbidos sobrepasaron por goleada a los aplausos, excepto en el caso del canterano Ismael, quien debutaba como titular en la noche de ayer.
Bien es cierto que una vez el árbitro dio la señal de inicio ni el entrenador ni los futbolistas recibieron recriminación alguna por parte de la afición del Villamarín, más allá del sonido de viento que se percibía en la segunda mitad cuando más apretaba el Celta ante la incapacidad de los verdiblancos para trazar juego y salir de la presión de los vigueses.
Durante todo el encuentro los cánticos tenían otra dirección: "Lorenzo Serra Ferrer", "Directiva dimisión" y "Josemi saca los folios" fueron los 'hits' de la grada, repitiéndose una y otra vez a lo largo de los 90 minutos. El empate de Iago Aspas no hizo más que acentuar esta situación. Ni siquiera el gol de Fekir en el último minuto tranquilizó a la grada, que a estas alturas de campeonato esperaba que su equipo estuviera peleando por acceder en puestos europeos y no por salir del descenso.
Teniendo en cuenta que los dos próximos encuentros de los verdiblancos son contra el Madrid en el Bernabéu y el derbi ante el Sevilla, la crispación en la grada no tiene indicios de solventarse, más bien todo lo contrario. La directiva, que tenía en el alambre al entrenador por los últimos resultados, se ha quedado sin el escudo que resultaba ser Quique Setién la pasada temporada, pues el cántabro acaparaba las críticas de la grada en su mayoría.
Ahora, tanto Haro como Catalán tienen por delante una dura tarea para reconducir la situación y apaciguar a las masas, que con el paso de las semanas muestran con mayor claridad su disconformidad con los dirigentes del equipo.