Las salidas que más preocupan ahora mismo en el
Betis son las de los dos jugadores que están sin dorsal y que en ningún caso tendrán sitio en la plantilla de
Quique Setién: Didier Digard y Roman Zozulya, con quienes el club está negociando la rescisión de sus respectivos contratos, tarea que ni mucho menos está siendo fácil.
De las dos, la salida más avanzada es la de
Digard. El pivote galo, que ultima su recuperación de la grave lesión de rodilla que sufrió el curso pasado con
Osasuna, tiene cerrado ya un acuerdo con el
Amiens de su país, que sólo espera a que logre la carta de libertad para cerrar su fichaje. El problema es que, para rescindirle, el
Betis desea que renuncie a la ficha del año que le queda aún de contrato, algo a lo que no está dispuesto
Digard. Su agente trabaja para cobrar al menos una parte del sueldo.
En una situación similar está
Zozulia, con el agravante añadido de que al punta ucraniano aún le restan dos años más de vinculación y, a tres días para el cierre del mercado estival de fichajes, todavía no tiene nada avanzado ni negocia con nadie.
Es decir, que a menos que haya un giro radical en los acontecimientos, todo apunta a que el club tendrá que rascarse el bolsillo para liberar dos fichas que necesita para la 'guinda'.