No ha sido el mejor año del Real Madrid de baloncesto en lo que ha fichajes se refiere, pues en los Juegos Olímpicos perdieron a una pieza clave como Yabusele, rumbo a la NBA, que se sumó a la salida de Vincent Poirier y dejó tocada la rotación blanca, que pese a sumar piezas interesantes como Andrés Feliz o Serge Ibaka, se puede decir que perdió más que ganó, sobre todo debido a que se le escaparon todos los grandes nombres que trató de firmar, como Cedi Osman, Lorenzo Brown o Evan Fournier, que acabaron todos en Grecia, destacando los dos primeros en el Panathinaikos, su verdugo en la final de la Euroliga. Pero dieron un golpe sobre la mesa trayendo de vuelta a Usman Garuba, aunque el ala pívot está teniendo problemas en sus inicios.
Tras su paso muy poco fructífero por la NBA, el canterano blanco vuelve a casa para hacer lo que mejor sabe y ser uno de los mejores defensores del baloncesto FIBA, pero las lesiones le están lastrando y por ahora no ha llegado ni a debutar. Pero ahora, a una semana del inicio de competición oficial con la Supercopa de Murcia, está empezando a entrenar al ritmo de sus compañeros, aunque es un gran paso, que podría ser mejor aún, pero no está aún para jugar, puesto que en el último amistoso de la pretemporada no va a ser de la partida.
El jugador menorquín, una de las mayores leyendas del equipo blanco, va a volver a casa muchos años después para disputar un amistoso que será un completo homenaje para él, y una fiesta del basket, tanto de la isla como del Real Madrid. Y es que los de Chus Mateo se van a enfrentar al Varese italiano, el nuevo proyecto de Luis Scola, ya que el astro argentino, ya retirado, es el propietario y gestor de la escuadra transalpina.
Tras ganar a Benfica y Mónaco, el actual campeón de la liga Endesa se enfrenta a un bloque con jugadores del nivel de Nico Mannion, un base con pasado en la NBA y la liga española, y que se será la reedición de un partido histórico, puesto que en los años setenta los varesinos y los madrileños eran sin discusión los dos mejores equipos del continente, repartiéndose entre ellos hasta 8 Euroligas, pero luego se vinieron a menos, hasta que llegó Scola a rescatarlos.