Carlos Alcaraz acaba de vivir una semana de locos, en la que ha ganado el ATP 500 de Pekín y apenas unas horas después va a tener que volver a la pista en Shanghái para la disputa del penúltimo Masters 1000 de la campaña, donde debuta este sábado ante el tenista local Junchen Shang. Pero para poder optimizar al máximo todo el poco tiempo de descanso que tiene y poder llegar al máximo a los partidos, aún pese a haber exigido al máximo su cuerpo en las últimas semanas, el murciano ha tomado una decisión de negocio, apostando por un lujoso -y muy caro- alojamiento.
Carlitos se va a alojar en uno de los hoteles más lujosos del mundo, el Amanyangyun, de la cadena Aman, una de las más exclusivas del mundo. Esto se debe a que Shanghái es una de las mayores metrópolis del planeta y la ciudad más poblada de China con 26 millones de habitantes, lo que si se traduce al transporte hace que sea algo insufrible. Este hecho dificulta mucho a los tenistas, pues el centro de la ciudad está a casi 40 kilómetros del lugar del torneo, el Qi Zhong Tennis Center, lo que serían casi tres horas de trayecto en el transporte oficial.
Por este motivo, Alcaraz ha optado, al igual que en 2023, en estar hospedado en este muy lujoso hotel, de la famosa cadena, de la que es imagen Novak Djokovic, por lo que compartirá espacio con el serbio. De hecho, los grandes capos estarán allí, pero con ese nivel de lujos y precios solo unos pocos elegidos podrán permitírselo y la gran mayoría de participantes tendrán un largo viaje antes de saltar a jugar.
En estas semanas en China, Alcaraz está optimizando todo lo que puede el descanso, pues ya en Pekín se fue con las maletas a jugar la final y desde el estadio y junto a Jannik Sinner se fueron a un jet privado que les llevó a Shanghái, haciendo mucho más rápidos los 1300 kilómetros que separan ambas ciudades. Además, la organización retrasó un día su debut, y tan él como el número 1 del mundo arrancarán este sábado su participación. Aunque eso sí, en caso de ganar tendrían alrededor de 24 horas de horas de descanso, algo muy poco habitual en Masters 1000 de dos semanas, pero que después de una paliza como la que llevan en el cuerpo seguro que no les supone una carga excesiva.