El
Sevilla FC sumó este sábado en
San Mamés su segundo triunfo consecutivo en
LaLiga, de nuevo por la mínima y
agónico, pero suficiente para ratificar su estupenda clasificación (
segundo, con una jornada menos que sus rivales directos) y
balsámico para olvidar las penas europeas. El
pan de los tres puntos sacia el estómago vacío de los de
Lopetegui, que se van de la
Champions por la puerta de atrás, pero que podrán consolarse con que la
flor doméstica sigue
intacta. Porque sufrieron lo indecible los nervionenses en un primer tiempo en el que, directamente, la contención parecía dimitir ante un
Athletic que, con
dos disparos al palo incluidos, falló lo indecible. Y
Delaney, con un golazo de zurda,
castigó ese indulto continuo, dando paso a un segundo tiempo con otra
mentalidad, no en busca de la sentencia, pero sí con el empaque para no pasar apuros en la defensa del 0-1.
Ambos conjuntos arrancaron
pasados de revoluciones. Los locales, por la
necesidad de reencontrarse con el gol y, por ende, con el triunfo para
no descolgarse demasiado de los puestos europeos. Los visitantes, para olvidar por la vía rápida el
batacazo en Champions con un resultado positivo que ratificase su
bonanza liguera. Este choque de intereses y precipitaciones propició errores muy pronto. El primero, casi beneficia a los nervionenses, tras una escapada de
Koundé y un mejor centro de
Óscar al segundo palo para que
Delaney cabeceara a bocajarro y
Lekue desviara 'in extremis' a córner, con
Unai Simón aparentemente batido. La respuesta tardó menos de un minuto: error en la salida del central galo y robo en la presión alta de los vizcaínos, aunque
Iñaki Williams, algo forzado por el achique de Bono, la cruzó demasiado a la postre.
Paradójicamente, ninguno apostaba fuerte por llevar la
iniciativa, cómodos tanto los de
Marcelino como los de
Lopetegui con el rol
contragolpeador. Sea como fuere, el ímpetu inaugural fue decayendo en el bando hispalense. Bastó un plus de
intensidad en los cruces y los choques para decantar la balanza del lado vasco. Y la propia inercia estuvo a punto de suponer la apertura del marcador, merced a un latigazo desde la frontal de
Dani García que se estrellaría en la base del
poste. Duraba poquísimo el balón a los foráneos, que se resguardaban en busca de minutos de mayor confianza para
estirarse. El desequilibrio de las sensaciones resultaba cada vez más flagrante, hasta el punto de
Nico Williams tuvo otra clarísima cumplida la media hora: el pequeño de la zaga se fue de
Augustinsson, recortó en el área y puso un zurdazo que, ligeramente desviado por Delaney, se perdió muy cerca del palo.
A renglón seguido, otra mala decisión atrás de
Koundé habilitó al extremo internacional sub 21, cuyo centro-chut hubo de ser despejado en boca de gol, si bien más clara aún fue la ocasión de
Raúl García a diez del intermedio, tras una nueva conjunción de errores en zona comanche (primero, mal despeje de
Óscar; enseguida, despeje fallido de
Diego Carlos), aunque
Bono evitó el tanto en el mano a mano. Se mascaba la tragedia. Sin embargo, otra ley no escrita del fútbol iba a imponerse, para delirio sevillista: el
Papu provoca con su disparo desde la línea de fondo un rechace al centro de Lekue, a
Montiel parece írsele largo el control, pero logra dejarla para
Delaney, impecable de zurda para ponerla en la mismísima escuadra. Un
golazo para sacudirse la presión.
De todas formas, pese a acusar el golpe anímico, el Athletic siguió
a lo suyo hasta el intermedio,
desperdiciando ocasiones claras, aunque ahora con el marcador en contra. Justicia o no, quien perdona lo suele pagar tarde o temprano. Volvió a hacerlo
Muniain, taponado en boca de gol después de que los hermanos
Williams rescataran un esférico que se perdía. Ya en el alargue de esta fase,
Unai Vencedor estrellaría otro lanzamiento en la madera, una materialización más de que la fortuna no estaba del lado de los de Marcelino.
En la reanudación, el efecto del 0-1 por fin
sonrió al Sevilla, más
cómodo y fluido en su juego ante un anfitrión resignado que, ahora sí, parecía perder la
confianza. De hecho, se alcanzó el ecuador con poco o nada que contar. Nuevo, se entiende. Los pupilos de
Lopetegui manejaban la situación con holgura, sacando el
Papu de sus casillas a varios oponentes con robos preñados de astucia que, a veces, provocaban
faltas y tarjetas. El sino del encuentro no parecía cercano a cambiar, como ejemplificaron
Sancet, encontrando en profundidad a
Iñaki Williams, y
Muniain, mandando
a las nubes el buen servicio del delantero. Si en Europa se marchitó a las primeras de cambio, la
flor liguera de los hispalenses lucía esplendorosa.
El
epílogo, de hecho, resultó más o menos
plácido (excepción hecha de un remate ajustado de Sancet y varios balones colgados sin ton ni son) para los nervionenses, que amarraron un triunfo
importantísimo para afianzar la
segunda plaza de la clasificación, incluso con un colchón con sus perseguidores que puede mullir si continúa igual de acertado y afortunado, que todo el viento a favor es bienvenido en el mundo del fútbol, en el duelo aplazado ante el
Barcelona que se recuperará el
21-D. Las
penas europeas, formas aparte, son menos penas con el
pan de los puntos ligueros llegando de tres en tres. Ya habrá tiempos mejores para que
juego y resultado vayan de la mano.
FICHA TÉCNICA.-
Athletic Club: Unai Simón; Lekue (Petxarromán 66'), Yeray, Iñigo Martínez, Balenziaga; Nico Williams (Álex Berenguer 75'), Dani García (Zárraga 66'), Unai Vencedor, Munain; Raúl García (Sancet 57') e Iñaki Williams.
Sevilla FC: Bono; Montiel, Koundé, Diego Carlos, Augustinsson (Rekik 66'); Fernando, Delaney, Óliver Torres (Joan Jordán 66'); Papu Gómez, Óscar Rodríguez (Gudelj 85') y Rafa Mir (Munir 78').
Árbitro: Hernández Hernández (grancanario). Amarillas a los locales Lekue, Dani García, Unai Vencedor e Iñigo Martínez, así como a los visitantes Fernando, Rekik y Koundé.
Gol: 0-1 (38') Delaney.
Incidencias: Encuentro de la jornada 17ª de LaLiga, disputado en San Mamés ante 36.737 espectadores.