Hoy se cumple una década del título sevillista más canterano, dedicado a Antonio Puerta y levantado merced a los goles de Diego Capel y Navas, dos perlas formadas en la Carretera de Utrera, para tumbar al Atlético de Madrid (2-0). Una noche, la del 19 de mayo de 2010 en el Camp Nou, que ha rememorado el propio extremo de Albox, que ahora milita en el Birkirkara maltés.
Diez años después de aquel encuentro, Capel recuerda que el Atlético "era favorito porque venía de ganar la UEFA" y el Sevilla, "además, tenía alguna baja importante" como el delantero brasileño Luis Fabiano o el defensa internacional Fernando Navarro, "pero la clasificación para la Champions" lograda "días atrás dio mucha tranquilidad para afrontar la final".
El futbolista almeriense cree que "marcar el primero pronto sirvió para quitar un poco más esa presión que suele haber en este tipo de choques" y, para él, "fue la noche perfecta: gol y título" con su "equipo del corazón, además de hacer feliz a mucha gente", evocó el de Albox, que sentenció: "Es el mejor gol que he marcado en mi carrera".
Por su parte, el lateral zurdo Antonio Luna, hoy en el Rayo Vallecano y que había debutado sólo cuatro días antes de la final con el primer plantel sevillista, recuerda la "ilusión impresionante" por verse titular en una final copera, "pero a la vez una presión terrible porque estaba delante uno de los equipos más en forma de Europa".
Entonces un bisoño zaguero de 19 años, Luna "tenía la responsabilidad de frenar a José Antonio Reyes, que estaba en uno de los mejores momentos de su carrera", un duelo que "fue especial, porque de joven era fan absoluto suyo" y había sido "el jugador que más" le hizo "disfrutar como sevillista en el Sánchez-Pizjuán".
"Recuerdo la confianza y la tranquilidad que me trasmitieron los pesos pesados del equipo: Palop, Escudé, Kanouté... Sólo disputé un partido en la élite previamente, en Almería, pero me había salido bien y eso me ayudó bastante a afrontar la final con seguridad y confianza", declaró a Efe.
Luna se muestra "todavía agradecido al míster", Antonio Álvarez, porque le "sacaron una amarilla a falta de diez minutos para el descanso" y pensó que sería "sustituido por temor a que no supiera sobrellevar la situación y acabara expulsado", pero lo mantuvo todo el partido sobre el césped, lo que considera "un gesto muy valiente por su parte".
El defensor rayista llevará "siempre la satisfacción" de haber conseguido un título con el equipo de su vida y, sobre todo, "con esos días previos y posteriores de felicidad absoluta", especialmente con la alegría de sus padres, a quienes considera "culpables de que pudiera cumplir el sueño de llegar a lo máximo con el Sevilla".