Unos 20.000 espectadores, menos de media entrada, se pudieron ver ayer en Nervión. Tanto que hasta los alemanes se dejaron notar. Se podría culpar a los precios que ha puesto el club para intentar explicar por qué se han vendido menos de 14.000 euroabonos, se podría señalar a los poco mediáticos rivales para justificarlo o incluso al irregular inicio liguero del club de Nervión, pero hay otro dato que no se ha tenido tanto en cuenta y que, como ya hemos visto en Liga, suele ser letal: los horarios.
Le preguntaba a un socio sevillista hace unos días si se había sacado el Euroabono y me decía que no, que con dos de los tres partidos a las 19:00 horas de milagro iba a poder ver la segunda parte por televisión porque, como otras personas de este país –por desgracia no tantas como quisiéramos, pero por otros motivos-, trabajaba hasta las 20:00 horas. Habituados a la locura de horarios a las que nos ha acostumbrado nuestra Liga no debería de sorprendernos, pero la UEFA siempre se había caracterizado por su coherencia, por unos horarios intermedios entre los tempraneros del Este y los trasnochados españoles y portugueses.
Pero no, aquí, como en España, manda la televisión y, como siempre ocurre, pierde el fútbol. Y, con ello, una competición cada vez más devaluada. El gran derrotado en todo este embrollo fue también el de siempre: el aficionado. Los que lo tuvieron que ver por la tele o quedarse sin verlo no pudieron apreciar las diabluras que ya ofrece Jairo,de la garantía que es Bacca como sustituto de Gameiro, de la enormidad que es el líder de este equipo, Rakitic, … y todo en un partido que el propio Sevilla F.C. calificó de gris, pero que cualquier aficionados sevillista hubiera querido ver en directo si nada se lo hubiera impedido.