La reina de París y de los Juegos Olímpicos. Esa es la única forma de definir a Simone Biles después de lo que ha hecho esta tarde en la capital gala. La gimnasta estadounidense ha conseguido su segundo oro olímpico tras el conseguido por equipos. La estadounidense ha sido la mejor en el concurso completo individual, en el que es su segundo oro en este evento tras el logrado en Río 2016, por lo que se convierte en la primera que gana dos ediciones que no son seguidas. Todo esto después de superar los problemas de salud mental que tuvo en Tokio. Biles se coloca a la altura de las legendarias Larysa Latynina y Vera Caslavska, hasta ahora las únicas dobles campeonas olímpicas.
Y le queda mucho por hacer, ya que aspira a tres oros más. En esta prueba Biles se impuso con una marca de 59,131 puntos y una ventaja de 1,199 sobre la brasileña Rebeca Andrade, que suma la segunda plata tras la de Tokio con 57,932. El bronce fue para la también estadounidense Sunisa Lee, campeona en Tokio, con 54,465 puntos. La escalofriante gesta de Biles no hace sino engrandecer el resultado de sus perseguidoras, sobre todo de Andrade, que acarició el oro a mitad de competición. Su segundo puesto por detrás de una revolucionaria de la gimnasia como Biles merecería una categoría especial de medalla. Dos días después de conducir a Estados Unidos al oro por equipos, Biles firmó una victoria individual que se le complicó en las barras asimétricas con un error que logró compensar con su elevada ejecución en los dos últimos aparatos.
Andrade emprendió el reto de batir a Biles con un salto que rozó la perfección, el Cheng que domina como nadie: 15,100 puntos producto de un 5,6 de dificultad y un 9,5 de ejecución. No movió los pies ni un dedo en la recepción. Lo que parecía difícil, que Biles superase esa nota, sucedió. La norteamericana sacó a pasear su Biles II, el Yurchenko doble mortal carpado, y aunque no lo clavó como la brasileña, porque dio un gran paso atrás, su 6,400 de partida la lanzó hasta los 15,766, pese a una ejecución de 9,366.
Ya estaba Biles en cabeza tras solo un aparato, seguida a 0,666 por Andrade, a 1,700 por la experimentadísima Ellie Black, de Canadá, que presentó unas asimétricas formidables, y a 1,733 por la argelina Kayla Nemour, que tiene mucho futuro, y ha disputado la primera gran final de sus 17 años de vida.El paso del grupo de las mejores por las barras asimétricas dio al traste con todas las previsiones. Mientras Andrade hizo un ejercicio muy seguro de 14,666, el mejor de los tres que ha presentado en París, Biles perdió la concentración a la mitad, aflojó las piernas y pudo acabar a duras penas. La salvó la clavada final, pero no pasó de 13,733.Tras este terremoto en las asimétricas, Andrade llegó líder a mitad de competición, con un margen de 200 milésimas sobre Nemour y de 267 sobre Biles, en un tercer puesto completamente inusual para ella. La barra de equilibrio fue el siguiente escollo para las favoritas. Una cura para las maltrechas aspiraciones de Biles, porque defendió con aplomo sus series acrobáticas y estuvo excelente en la salida (14,566). Suficiente para volver a rebasar a la brasileña, puntuada con 14,133. Llegarían al último aparato, el suelo, separadas solo por 0,166.El suelo tendría la última palabra. Bordó su gimnasia Sunisa Lee y se aseguró el podio. Rebeca sacó un pie de la diagonal, pero su ejecución fue por lo demás impecable y se puso al frente, a la espera de Simone. Y ahí, la fiesta. Con Taylor Swift sonando, la gran campeona no podía fallar y no falló. Presentó todas sus máximas dificultades, como si fueran sencillas. En cuanto acabó fue a por una bandera de su país, que comenzó a ondear en cuanto salió la nota. Campeona otra vez, enterrando los fantasmas de su pasado.
La gimnasia artística se toma el viernes un día de vacaciones y volverá al programa de los Juegos el sábado con el comienzo de las finales por aparatos, en la que Biles puede ganar tres medallas más en salto, barra y suelo.