Novak Djokovic es mejor tenista de todos los tiempos, ganador de 24 Grand Slams, 40 Masters 1000, 7 ATP Finals, y muchos muchos torneos más, pero hay uno que se le resiste, los Juegos Olímpicos, y en París va a tener una última oportunidad de lograrlo. Eso sí, no lo va a tener fácil, primero por el hecho de salir de una lesión en el menisco, que se produjo precisamente en estas pistas hace unos meses, y segundo, por el nivel de su rivales. Sin Jannik Sinner, baja por enfermedad, Carlos Alcaraz, que hace dos semanas le arrasó en Wimbledon, es el hombre más fuerte. Pero no hay que olvidarse de los Zverev, Tsitsipas, Ruud y muchos además. Y por si fuera poco, 'Nole' tiene un problema que el asalta cada vez que juega con Serbia.
Se pudo apreciar muy bien en Tokio, cuando tenía ganada la semifinal ante Zverev, pero se hundió de forma incompresible, y de hecho en el tercer y cuarto puesto también fue superado por Pablo Carreño. Y el motivo de esta falta de consistencia cuando viste los colores serbios lo ha desvelado su antiguo preparador físico, Marco Panichi. "Siente mucha presión y entra a cancha con una tensión monstruosa que no puede gestionar muy bien". Precisamente puso como ejemplo el duelo ante el español en Japón. "Jugó mal, incluso en los partidos válidos para la medalla de bronce". Aunque es tan buen jugador que a veces vence, incluso sin tener su mejor día. "Ganó la Copa United con Serbia, pero jugando mal".
Panichi reconoce que 'Nole' es un tenista "experto" pero cuando juega una competición por equipos siempre supone "un peso enorme" para él, porque se enormes expectativas. Gran parte se debe al orgullo serbio, "un pueblo muy unido", que muchas veces tira de la idiosincracia y la competitividad balcánica, y a él, frío como un témpano, le cuesta procesarlo, porque cuando juega en equipo, siente demasiada tensión. “Cada vez que tiene esa camiseta que defender, siente una presión enorme de tener que ganar el punto y ser quien haga avanzar a Serbia".
Aún así ha conseguido hitos como la Copa Davis, o el bronce en Tokio 2008, cuando era joven y aún no tenía el peso de la historia a su espalda. Ahora, en una suerte de último baile, puede usar a su favor la experiencia y que esté más liberado, o por el contrario, que le pese en exceso y quedarse, una vez más, a las puertas de redondear su dorado palmarés una opción que ha tomado es la de no jugar el dobles, para no sobrecargarse.