Este sábado vuelve al Ramón Sánchez-Pizjuán el RC Celta de Vigo, un equipo que llegó hace menos de nueve meses a Nervión en una situación casi dramática -con entrenador interino y en puestos de descenso- y que acabó haciendo saltar por los aires toda la presión y la tensión que se venían acumulando en el seno del Sevilla FC. De jugar la Fase de Grupos de la Champions a estar peleando por no perder la categoría dos décadas después. Ya con fractura social en el ambiente, con altos niveles de crispación institucional, fuertes críticas a la directiva, opiniones discordantes en el vestuario, galopante crisis económica... una olla que explotó antes incluso de que el cuadro gallego remontase para llevarse los tres puntos apenas unos minutos después de que Quique Sánchez Flores y Youssef En-Nesyri se enzarzasen en una acalorada bronca ante los ojos de todo el mundo.
A ver, no fue nada que no haya pasado en absolutamente todos los sitios, pero fue muy feo. Además, el fuerte roce entre el entrenador y el máximo goleador del equipo tenía una poderosa carga informativa al revelar con gran evidencia ese momento de tensión que se vivía en el Sevilla FC. Quique Sánchez Flores era el quinto entrenador en apenas 15 meses y todos estaba sudando tinta para lograr una salvación que costó bastante amarrar por culpa de encuentros como ése vivido ante el RC Celta de Vigo (1-2).
La situación actual con García Pimienta es algo más desahogada (+6 sobre el descenso) que en el duelo del pasado 17 de marzo, pero el parcial actual de sólo cuatro puntos de los últimos 15 en juego, con un empate y una derrota en los dos últimos partidos en el Sánchez-Pizjuán meten presión de cara al duelo de este sábado. Además, será el último partido como local de este complejo 2024 y también el último día de Jesús Navas como jugador del Sevilla FC. La Leyenda merece una despedida con buen sabor de boca; el decimotercer puesto en la tabla, requiere puntos; la derrota ante el Atlético, pese a las buenas formas, hizo daño anímico... Hay tensión en el ambiente y eso inevitablemente trae a la memoria el lance entre Quique y En-Nesyri.
Todo ocurrió cuando Quique decidió retirar del campo a En-Nesyri en el minuto 62 de un partido que en ese momento ganaba el Sevilla FC por 1-0, gracias a un tanto que el propio En-Nesyri había anotado en el 18', y que acabaría con un 1-2 a favor del RC Celta de Vigo, que remontó con dianas de Carles Pérez (72') y Jorgen Strand Larsen (78'). Al marroquí, por el motivo que sea, no le gustó el cambio y decidió hacer visible su monumental enfado con gestos, gritos y una secuencia de fuertes patadas a una nevera que había cerca del banquillo sevillista, captando de manera rápida la atención de las cámaras, de los comentaristas y del público.
Quique Sánchez Flores, que ya le venía mirando de reojo intentando contenerse, saltó también con ira para recriminarle su actitud al futbolista, haciendo uso de una vehemencia tan desatada que no hizo más que echar gasolina en el fuego. Y se montó una buena. Lucas Ocampos, que también había sido sustituido en un doble movimiento del técnico madrileño, intentó contener la bronca situándose en medio de ambos. En su ayuda se levantaba del asiento Marcao, quien echaba el brazo por encima a En-Nesyri para llevarle hasta el banquillo. No obstante, el técnico seguía su sermón y el atacante volvió para encararse. Aquelló pasó, el africano acabó con 20 goles y el Sevilla se salvó, pero ninguno de los dos continuó sin que aquella tensa anécdota tuviese nada que ver ni dejase secuelas aparentes.
El entonces técnico nervionense y el delantero marroquí -ninguno de los dos sigue a día de hoy en el Sevilla- se enfrascaron en una acalorada discusión en el último duelo liguero ante el RC Celta. Varios jugadores más tuvieron que intervenir para separarles y evitar males mayores.