Aitor Torvisco11 min lecturaDos afortunadas jugadas de magia y carambola de Jesús Navas, que tocó en Malacia y en De Gea, y de En-Nesyri, que rebotó en la cabeza de Harry Maguire antes de entrar en la portería, hacen creer al Sevilla FC, que después de un planteamiento sorprendente de Mendilibar supo recuparse, volver a los orígenes y derrochar fe salpimentada con la siempre necesaria suerte para nivelar el doblete de Marcel Sabitzer en la primera parte y salir del duelo de ida de los cuartos de final con un meritorio 2-2 en Old Trafford, antes de encomendarse a la magia del Sánchez-Pizjuán con las séptimas semifinales de la UEFA Europa League en el horizonte.
Así jugaron, uno a uno, los futbolistas alineados por José Luis Mendilibar en el partido en Old Trafford entre el Manchester United y el Sevilla FC, correspondiente al duelo de ida de la eliminatoria de cuartos de final de la UEFA Europa League:
Regresaba tras dos titularidades ligueras seguidas de Dmitrovic y en el estadio de uno de sus pretendientes. Le hizo un paradón a Antony, con una manopla para desviar a córner, pero no pudo hacer nada ante los dos remates de Sabitzer tras colarse entre su endeble defensa. Evitó el tercero antes del descanso con dos acciones en el área chica ante Bruno y Casemiro, por lo que, aunque se durmió y Weghorts casi le roba la cartera, se puede decir que fue de lo poco salvable del Sevilla.
Cargó con una amarilla desde el minuto 10' por la tontería de alejar el balón y, además de jugar amenazado todo el choque, cumple ciclo y se perderá la vuelta. Aun así, sacó su lado competitivo y quizás fue el menos desentonado de la defensa en la primera parte y sufrió muchísimo menos tras la salida de Navas.
A día de hoy ha demostrado más como rematador, va excelentemente bien de cabeza en acciones a balón parado, que como defensor, donde sigue siendo un auténtico desastre a pesar de que es justo reconocer que supo reponerse e ir de menos a más. A la acción del 2-0 sólo le faltó música de dibujos animados, pues no alcanzó el balón en un salto en falso, se resbaló, se pasó de frenada en su persecución a Martial (castigo mucho su espalda) y se quedó frenado y desnortado, sin poder cortar el pase para Sabitzer. De Gea, con un paradón, evitó su gol en el 45'.
Primer partido del brasileño en casi seis meses y, como su compañero en el eje, también fue de menos a más. Valiente para asumir riesgos en la salida, se despistó en la acción del 1-0. Nianzou había cerrado hacia su derecha y el ex del Galatasaray no corrigió, dejando un valioso hueco sin encimar a Sabitzer, que se giró con demasiada facilidad y batió a Bono. En el 2-0 no tuvo responsabilidad directa, pero el pase final le pilla de espaldas, al girarse justo en el momento clave distraido por el corte en diagonal de otro atacante. Con el paso de los minutos comenzó a tapar mejor y ganar un par de duelos seguidos le dio confianza pese a salir en las fotos de los goles.
Echó de menos a un extremo con más disciplina en el ida y vuelta, tipo Bryan Gil, ya que Óliver no le ayudaba demasiado y se veía casi siempre en inferioridad frente a Antony y Wan-Bissaka más la movilidad de Martial. En la segunda tuvo a Ocampos como colaborador, pero el brasileño le estaba sacando de quicio -amagó con el cortocircuito- y sólo dejó de sufrir cuando a Ten Hag le dio por retirarle.
En un partido discreto tirando a débil resultó determinante. Se echó de menos su colocación y su sapiencia para incrustarse entre lso centrales y ayudar a contener las estampidad locales, su línea era superada con facilidad y no ganaba duelos, pero esa punta de la bota que metió para desviar un disparo franco de Malacia en el 81' evitó el que habría sido el 3-0 y casi el final de una eliminatoria que revivió en el arreón final.
Hasta la ocasión de Nianzou y la oleada final, lo más peligroso del Sevilla FC había nacido de un cabezazo desviado del serbio (primer centro que lograba rematar el equipo nervionense), que también le sacó a Bruno una amarilla que le impedirá jugar la vuelta en uno de sus ya clásicos zapatazos desde fuera del área que el portugués frenó con el brazo. Aunque partía en el doble pivote, llegaba de manera constante desde atrás. Acabó de central tras la entrada de Suso por Nianzou.
Intrascendente primera mitad, situado como extremo diestro, más centrado en ayudar a cerrar que en percutir con su zancada. En la segunda mitad, tras la entrada de Navas, se colocó a la izquierda y casi se limitó a defender con el juego volcado a la derecha de manera preferencial.
Tuvo el privilegio de participar las dos acciones más peligrosas de su equipo en la primera mitad, ambas a balón parado -el balón corrido ni lo olía-: disparó una falta desde la frontal a la que no fue capaz de darle caída y botó el córner que remató Nianzou en el 45' en el primer remate a puerta del Sevilla FC. Mejoró cuando dio un paso atrás porque dio fluidez a la salida y conectó bien con los revolucionarios Navas, Suso y En-Nesyri.
Otra de las sorpresas del once, se vio absorbido por el elevado ritmo del partido y la escasa posesión que tenía su equipo. Mendilibar no paraba de gritarle para que ayudase más a Acuña hasta cambiarle al descanso. Ni se llegó a apreciar la intención del técnico con la inclusión del extremeño como extremo zurdo.
Impotente en su vuelta al puesto de 'falso 9' que ya ocupó con Sampaoli. Su acción más destacada en toda la primera mitad fue un pisotón a Casemiro, tras llegar tarde a un duelo dividido, que el árbitro castigo con amarilla y el VAR revisó durante minutos por si era merecedora de roja.
Dijo que no quería experimentos y sorprendió verle salir con Lamela de 'falso 9', con Óliver de extremo zurdo y con una arriesgada pareja defensiva con Nianzou y el reaparecido Marcao. Su equipo fue arrollado en una primera mitad en la que lo mejor era seguir con 2-0. La entrada de Navas en su posición de toda la vida dio profundidad al equipo, la entrada de En-Nesyri aportó remate y la de Suso, con una posición más retrasasa de Rakitic, dio fluidez. Todo junto, en una versión más reconocible, el equipo encontró la fe y la fortuna.
Difícil aportar más entrando en un escenario tan adverso, con el United ganando 2-0 y perdonando varias ocasiones claras para poner el tercero. Se situó como extremo derecho y, como buen surtidor de fe que es, se limitó a la máxima de insistir, insistir e insistir hasta encontrar el premio a esa perseverancia con el centro chut que dio en Malacia y en De Gea antes de ser el 2-1.
Espectacular. Comenzó a generar estragos con su movilidad y su presencia en el área por fin generaba la amenaza de remate que el Sevilla FC no tenía con Lamela. Saltó al cielo de Mánchester para cabecear dos centros desde la izquierda. En uno se encontró con un paradón de De Gea, en el segundo dio en la cabeza de Maguire y se fue para adentro.
Gran irrupción del gaditano, que tejió líneas de pase en campo rival, algo casi inédito hasta su entrada. Interpretó bien el rol de mediapunta, cayendo a los costados para generar superioridades, filtrando balones y probando su buen disparo desde lejos que se topó con los puños del portero.
Sólo tuvo unos minutos, en su vuelta al equipo tras mucho tiempo de baja (salvo un pequeño paréntesis antes de recaer contra el Elche). El 2-2 nace de una asociación suya en la izquierda.