Julio Baptista apenas estuvo dos en el Sevilla, pero dejó su huella. Marco nada menos que 45 goles en 76 partidos, y eso que llegó como pivote defensivo para cubrir la posible salida de Gerardo Torrado. Pero Joaquín Caparrós lo adelantó, le dio libertad y él aprovechó su fuerza y llegada para hacerse un nombre en el Viejo Continente. A partir de ahí pasó por el Real Madrid, el Arsenal, la Roma... una gran trayectoria.
El internacional brasileño jugó en esos dos años cuatro derbis con número parejos para ambos equipos, ya que empataron los dos primeros (2-2 y 1-1) y se repartieron los triunfos en la campaña 04-05 (2-1 en el Sánchez-Pizjuán para el Sevilla y 1-0 para el Betis de Serra Ferrer en el Villamarín).
Baptista recordaba esta semana su paso por Sevilla en una entrevista con Relevo, en la que habla de toda su trayectoria y, entre otras cosas, de dos mitos de ambos equipos. Uno el entrenador que le lanzó a la fama, Caparrós, y también de un Manuel Pellegrini que ya es historia del Betis y con el que coincidió en el Málaga.
"Joaquín Caparrós fue uno de los entrenadores que más me ayudó en la consecución de mi formación como jugador. Conmigo era un entrenador muy duro. Cada entrenador debe reconocer hasta dónde puede sacar de cada jugador. El trato que él tenía conmigo era diferente al que tenía con Pablo Alfaro, que era el capitán. Yo escuchaba en el partido 15 veces mi nombre y el de Pablo Alfaro lo escuchaba poco. Con el tiempo te vas dando cuenta que él no lo hacía por maldad, lo hacía para sacar lo mejor de mí", señala un Baptista que ahora que está en la otra acera -dirige al segundo equipo del Real Valladolid- entiende por qué Caparrós lo trataba así y lo agradece.
Como también lo hace que le bajara a la tierra cada vez que hacía un gran partido. "Aparte de gritar mi nombre 15 veces (risas) hay una anécdota que siempre la recuerdo. Al principio yo no era muy conocido en Sevilla. Cuando empecé a meter goles la gente empezó a conocerme más. Recuerdo que los lunes, después de hacer un gran partido el fin de semana, salía en la portada de algún periódico y él me decía 'te están dando mucha azúcar'. Le agradezco que fuera duro conmigo y que sacara lo mejor de mí. Fue una de las personas que ayudó a construir al futbolista y a formar a la persona Julio Baptista", añade.
En este sentido, la forma de ser de Caparrós contrasta con la de Pellegrini, que transmite de otra forma. "Pellegrini, por ejemplo, era un entrenador muy cercano, muy parecido a Arsène Wenger -que le dirigió en el Arsenal-. Entrenadores más tranquilos, que hablan poco, pero que todas las cosas que dicen son para la mejoría del jugador. Joaquín Caparrós en mi época era más pasional, vivía los partidos con una intensidad increíble. Ahora estamos en una era totalmente diferente a la que era 20 años atrás. Los chicos son muy jóvenes. Tienen un pensamiento totalmente distinto y cuanto más nos acerquemos a ellos, será mucho más fácil intentar sacar lo mejor de ello", afirma el exjugador brasileño.
En el Málaga coincidió con Joaquín, con el que protagonizó la famosa anécdota del 'tenis', por la que pasó a llamarse 'Hulio'. Ahora que el capitán del Betis se retira, la pregunta obligada es si, como le ocurre a él, puede ser entrenador. "No creo, aunque a lo mejor puede cambiar (risas). No me imagino a Joaquín de entrenador. Por la personalidad que él tiene, por cómo él es como persona… no lo veo. Ahora mismo a Joaquín le veo haciendo sus programas, haciendo reír a la gente y siendo él mismo,", afirma.