"Marc Bartra va a tener para un par de meses largos antes de volver". Con esta frase en rueda de prensa, Manuel Pellegrini desvelaba este sábado el gran problema que se le plantea ahora al Real Betis, que había decidido esperar hasta enero para cubrir la baja extemporánea de Luiz Felipe, traspasado al Al-Ittihad saudí cuando ya había cerrado el mercado en las cinco grandes Ligas, aunque se queda con un único central nato para la Europa League (Pezzella), donde habrá que tirar hasta las eliminatorias de reubicaciones (la primera, la de Marc Roca ante el Sparta, no resultó satisfactoria) o de los juveniles Marcos Solís y Salguero, mientras que en los torneos nacionales sí puede usar el 'Ingeniero' a Chadi Riad o a alguno del filial, como demuestra la llamada a Visus para viajar a Vitoria. Por tanto, esta semana habrá una evaluación de riesgos entre el entrenador y el director deportivo, Ramón Planes, con la seria posibilidad de recortar los plazos.
El tema es que la decisión de no fichar hasta la ventana invernal no era baladí. Una consulta a la reducida nómina de efectivos en paro para el eje de la retaguardia desaconsejaba un movimiento que, a buen seguro, exigiría al elegido ponerse en forma y adaptarse al nuevo destino, por lo que, entre unas cosas y otras, se esfumaría 2023 sin una disponibilidad plena del fichaje en cuestión. Porque la mayoría de los que se quedaron sin equipo antes o durante el verano están teniendo que ejercitarse por su cuenta o con un entrenador personal, por lo que les falta no ya fondo físico, sino dinámica de grupo, automatismos y demás. Ocurre que la situación se ha agravado con Bartra, que se va a perder, como mínimo, once encuentros oficiales, volviendo, en el mejor de los casos, ante el Real Madrid en el segundo fin de semana de diciembre. Una barbaridad para confiar en que Pezzella no tendrá hasta entonces que ausentarse por lesión o sanción.
El Betis, por poner sólo un ejemplo, conoce que Zou Feddal sigue sin equipo, por lo que a todas luces sería una alternativa muy válida. El hispano-marroquí, que recientemente ha adquirido una casa en Sevilla, no se ha vinculado con nadie desde que en febrero cambiara el Real Valladolid por el Alanyaspor turco, con el que dejó de tener relación el 1 de julio pasado. En la Süperlig apenas pudo disputar cinco encuentros, en parte por una pequeña lesión, pero el de Tetuán se encuentra ya recuperado y sin ningún impedimento para echar una mano a un club al que ya perteneció entre 2017 y 2020, dejando un buen sabor de boca y una imagen impecable de profesionalidad tanto en el vestuario como en la planta noble del Benito Villamarín. Lógicamente, ni el idioma ni la aclimatación serían un problema para el central zurdo de 33 años, que espera una decisión y la correspondiente llamada desde La Palmera, tras no persuadirle las ofertas que recibió de Oriente Medio.