Después de alcanzar la semifinal de la Europa League hace seis años, el Celta de Vigo se encuentra en una situación complicada en su búsqueda por encontrar un nuevo entrenador. Desde que el empresario Carlos Mouriño asumió la presidencia del club en 2006, el equipo ha tenido que enfrentar constantes cambios en el banquillo, con esta última búsqueda marcando el octavo cambio desde su eliminación por el Manchester United en Old Trafford.
La temporada del Centenario ha sido una verdadera pesadilla para el accionista principal, quien ha tenido que soportar abucheos y críticas por parte de una gran parte de la afición en los últimos partidos, e incluso ha enfrentado situaciones más serias al salir del estadio después del enfrentamiento contra el Valencia.
Además de la salida del capitán Hugo Mallo, un símbolo del club, el Celta ha sido golpeado por la inesperada partida del director general Antonio Chaves, alguien en quien Mouriño confiaba plenamente y a quien había señalado como el principal candidato para sucederlo si no vendía su participación accionarial.
Lo que se esperaba fuera una temporada tranquila se ha convertido en una verdadera pesadilla, ya que el equipo dirigido por Carlos Carvalhal tuvo que luchar hasta el último momento del último partido de liga para asegurar su permanencia en LaLiga. Después de cosechar solo 7 puntos de los últimos 30 posibles, Mouriño ha perdido la confianza en el entrenador portugués, a pesar de haber sido una apuesta personal del asesor deportivo Luis Campos.
Estas circunstancias también han acelerado el ascenso de Marian, la hija de Mouriño, a la presidencia del club. Con la decisión tomada por su padre, ella asumirá el liderazgo en un momento económico favorable para el club, pero con una dirección deportiva incierta, alejada de la afición y con conflictos internos aún sin resolver.
Desde la partida de Eduardo Berizzo en el verano de 2017 debido a desacuerdos con la junta directiva presidida por Mouriño, el Celta se ha convertido en una especie de 'trituradora' de entrenadores. Juan Carlos Unzué, Antonio Mohamed, Miguel Cardoso, Fran Escribá, Óscar García Junyent, Eduardo Coudet y Carvalhal han pasado por el banquillo de Balaídos sin mucho éxito, y la mayoría de ellos han tenido que lidiar con la amenaza del descenso en algún momento. El Celta ha estado viviendo al límite durante los últimos seis años.
El equipo gallego ha sufrido no solo por la inestabilidad en el banquillo, sino también por una pobre planificación deportiva en los últimos tiempos, agravada en esta temporada con fichajes que no han dado los resultados esperados, a pesar de contar con la experiencia del prestigioso Luis Campos como asesor deportivo.
"Nos falta calidad, lo dije en agosto, lo dije en enero y no se ha solucionado. Ahora estamos al borde del descenso y tenemos que ganar en la última jornada para asegurar nuestra permanencia", criticó el goleador Iago Aspas tras la derrota en Cádiz, un resultado que dejó al equipo en una situación comprometida en LaLiga.
El Celta continuará en la máxima categoría por un año más, pero una vez más tendrá que reinventarse, comenzando por la elección de un nuevo entrenador entre los candidatos Iraola, Diego Martínez y Marcelino García Toral. El elegido será el decimonoveno técnico en dirigir al equipo en Balaídos bajo la presidencia de Carlos Mouriño.