Estaba siendo Luiz Felipe el mejor de los futbolistas del Real Betis sobre el terreno de juego del Benito Villamarín. El central italo-brasileño estaba dando un auténtico recital de lo que es un defensa de elite, contundente en el área, atento al cruce, concentrado a balón parado y sacando cualquier pelota que se aproximaba por sus inmediaciones, y qué decir de la tremenda carrera para ganarle la partido a Nico Williams en una contra del Athletic Club.
En definitiva, el partido perfecto del hoy jefe de la defensa verdiblanca ante la ausencia de hombres como Pezzella, Víctor Ruiz o Edgar, siendo el canterano Félix Garreta el que le acompañó en el eje de la zaga. Pero la actuación de Luiz Felipe quedó emborronada a apenas un minuto del final cuando en una acción aparentemente sin peligro, el zaguero llegaba tarde y se llevaba por delante a Iker Muniain.
Todo hacía indicar que el colegiado canario Hernández Hernández iba a saldar la acción con una cartulina amarilla para el central bético, de hecho se procedía a sacarla de su bolsillo cuando al ver la tremenda reacción de los jugadores del Athletic Club y cómo Muniain se dolía sobre el césped, cambió de opinión y sacó la cartulina roja que fue la que acabó mostrando a Luiz Felipe.
No se lo podía creer el central de Betis, que se echaba las manos a la cabeza y fruto de la rabia e impotencia se marchaba de malas maneras del terreno de juego, incluso teniendo un rifirrafe con el entrenador rival Ernesto Valverde, que le afeó su entrada. Todo podría quedar en un partido de suspensión de no ser por las palabras que Hernández Hernández recoge en el acta de partido.
En el apartado 'Otras incidencias', el canario explica que el jugador "Luiz Felipe Ramos Marchi, una vez expulsado, mientras se retiraba a vestuarios se dirigió hacia la zona en la que se encontraba el cuarto árbitro y el banquillo visitante a voces en los siguientes términos: "¡Hijos de puta!". Si esta expresión es considerada por el Comité de Competición como 'desconsideración grave' pueden caerle al futbolistas hasta cuatro partidos más el partido por la expulsión, es decir, un total de cinco en el peor de los casos.
El propio Ernesto Valverde restó importancia al rifirrafe con su banquillo en sala de prensa, excusando al central del Betis en que todo fue fruto de "la tensión del momento". "Ahora mismo hemos estado juntos, nos hemos disculpado y pedido perdón", zanjó el entrenador del Athletic Club de Bilbao.