Betis
Barcelona
El Real Betis arrancó el partido ante el FC Barcelona con la mala noticia de la lesión de Rui Silva en el calentamiento, pero la acabó con la alegría de ver de vuelta a Isco Alarcón después de casi siete meses huérfano de su magia. Apenas fue una toma de contacto y el club azulgrana se puso 1-2 al poco de salir, pero tiene un factor estimulante tan potente que influyó en el estado de ánimo de la grada y en el empuje final del equipo verdiblanco para rescatar un punto en el 94' con el gol de Assane Diao. Un día más la falta de puntería impidió un resultado mejor. Así jugaron, uno a uno, los futbolistas alineados por Manuel Pellegrini.
Se enteró de su titularidad a 15 minutos de empezar el partido, pues Rui Silva se lesionó de un hombro en el calentamiento. Empezó enchufado pese a ello: ágil en dos estiradas abajo para detener un desvío de Abde en una internada de Koundé y un disparo cruzado de Lamine Yamal nada más arrancar. No pudo hacer nada en el tanto a placer de Lewandowski al filo del descanso, aunque quizás pudo tapar algo más en la salida apurada ante Ferran, que definió bien el momentáneo 1-2.
Con menos metros de cuerda que en otras ocasiones, pero pegajoso a más no poder. Mantuvo siempre muy vigilado a Raphinha, casi anulando a un jugador diferencial en el Barça de Flick. Sólo se le puede achacar que no se afanase en ir a cerrar a posiciones centradas en el 0-1, pero realizó un partido solvente en la derecha y luego acabó en la izquierda, tras pedir el cambio un sobrecargado Perraud.
Está a un gran nivel físico y mental, lo que tiene una clara traducción deportiva. Le ha venido bien ese rol de liderazgo que le han dado para crecerse. Bien colocado casi siempre y solvente en la salida desde atrás, estaba constantemente ordenando a una defensa muy compacta hasta el 0-1. En la reanudación, viendo a su equipo apocado, se atrevió con un disparo desde su campo mientras pedía a sus compañeros salir para no encerrarse.
Raphinha le sacó un balón de la línea en el 2', tras un gran cabezazo en el segundo palo a la salida de un córner. Se entiende muy bien con Barça y estila pulsaciones bajas en la salida desde atrás. Más del 90 por ciento de acierto en el pase, ganó seis duelos de 10, sólo perdió dos balones, realizó siete despejes, sólo le regatearon una vez e interceptó tres balones. Muy fiable. Otro líder.
Juega él y no Ricardo porque al menos evidencia que se esfuerza al máximo. Su prioridad es no perder su posición (muy concienzudo siempre en el esfuerzo) y aún más hoy, que le tocaba bailar con Lamine. Luego, suele incorporarse poco al ataque y en esas escasas internadas tampoco es que deleite con precisión para sacar provecho a sus centros. Con todo, en uno de ellos puso de gol a Abde y siempre intentó abrir campo. Acabó fundido y pidiendo el cambio en el 71'. Salió Ruibal y Sabaly se fue a la izquierda. Con esto está todo dicho de Ricardo Rodríguez.
Partido discreto de esos en los que no llama la atención pero luego las estadísticas muestran que ganó siete duelos de once, dio un 92% de pases buenos y siempre estuvo cerca de la jugada. Le faltó la guinda de marcar ese cabezazo que tuvo a un palmo de portería, pero no se esperaba que le llegase y metió la cabeza como pudo, cruzándola en exceso. Solvente, que no es poco.
Exhibición de personalidad del canterano a la hora de pedirla rodeado de rivales y salir airoso, de moverse ofreciendo líneas de salida o de no rehuir el contacto en la resta. Lástima la rigurosa amarilla que vio por derribar con el cuerpo a Lamine Yamal pasada la media hora de partido, porque le condicionó y le restó espontaneidad. Pidió el cambio en el 76' por unas molestias musculares y se fue con una ligera cojera tras dejarlo todo.
Después de una trabajadora pero intrascendente primera mitad en la posición de extremo derecho, el argentino tuvo en sus botas una gran oportunidad para empatar el partido, pero su remate a la media vuelta tras centro de Abde se topó con un paradón de Iñaki Peña. En la segunda mitad sí logró romper más veces a la espalda de Balde, pero le faltó finura en el último pase. Acabó jugando en punta tras la salida de Assane por Roque y fue de menos a más, sin dejar de empujar.
Botó tres córners y filtró un pase al espacio generando varias ocasiones de peligro en apenas 5 minutos y las mejores ocasiones del Betis siempre pasaban por sus botas. Puso otro caramelito en la reanudación que Altimira cabeceó fuera y, sin ser su partido más esplendoroso, dejó varios detallitos para los 'high-lights' con pisaditas y 'croquetas' varias. Al final, el gol lo tuvo que marcar él mismo. Lo hizo con un lanzamiento de penalti magistral: fuerte, combado y directo al ángulo.
Voluntarioso (castigó la espalda de Koundé) pero negado. En el 3' se quedó solo ante Iñaki Peña, con opción de pase y de disparo. Se decantó por esto último y no pudo superar la estirada del meta culé. Volvió a tener otra muy clara al inicio de la segunda mitad, pero totalmente libre de marcar giró en exceso el cuello en el área pequeña, y luego se le fue rozando el larguero otro cabezazo a la salida de un córner tras el paradón de Peña en su asistencia al Chimy.
Protagonista en la previa, por retrasar el inicio del choque por su retahíla de abrazos a todo el banquillo del Barça, y en los primeros compases del choque contra el equipo al que pertenece. Una pequeña herida sangrante sufrida en un encontronazo fortuito con Casadó le obligó a salir a la banda para ser atendido. Su mejor aportación fue el penalti que forzó ante De Jong y que permitió el gol del empate.
Otra vez aportando desde el banquillo, con centro de Ruibal y remate de Assane para rescatar un punto que se queda corto para el mérito del equipo. El planteamiento fue acertado, pero el Betis volvió a pecar de lo mismo: de falta de colmillo. Se repuso a los golpes de la realidad, y eso va en el mérito del técnico que les ha recuperado en una fase de muchas dudas. El equipo salió lanzado en el inicio de cada periodo y luchó hasta el final. Sólo la falta de puntería le privó de la gloria completa. Y ahí quizás el entrenador no tenga la resposabilidad.
Le dio por la gimnasia artística dejando la pierna atrás de manera casi antinatural y evitando el fuera de juego de Ferran en el 1-2, pero como de fe anda sobrado, corrió en el 94' para compensar con un centro que Assane Diao convirtió en el 2-2.
Su mera presencia sobre el verde ya era la mejor noticia del partido. Salió para echar 15 minutitos más el añadido y lo hizo luciendo el brazalete de capitán. Evidentemente, le falta mucho ritmo y apenas pudo mostrar nada, perdió balones... pero es que han sido casi siete meses sin jugar. Ya ha vuelto. Casi un mes antes de lo esperado. Y eso es de sobresaliente.
Más de 14 meses después vuelve a celebrar un gol en LaLiga, justo cuando había desaparecido de los planes de Pellegrini y además lo hizo saliendo desde el banquillo, en el tiempo añadido y para rescatar un punto de mucho mérito ante el Barcelona.
Apenas le dio tiempo a entrar en contacto con la pelota, aunque se dedicó a abrir campo y buscar desmarques todo el tiempo que estuvo sobre el verde. Esta vez actuó en la izquierda, dejando la derecha a Assane.