Le cuesta trabajo decir que no. De hecho, ni lo llega a decir. Y es a base de eufemismos como
José Juan Romero admite que deja el
Gerena. Será muy complicado imaginar al equipo minero sin el técnico que le dio vida hace nueve años, y principal culpable, con mayúsculas, de una de las historias más bonitas y apasionantes que se recuerdan en el fútbol modesto.
Romero y el Gerena, su Gerena, han sido lo mismo en la última década. Pero nada es para siempre, y a partir de la temporada que viene habrá que pensar en dos cosas distintas.
José Juan se va para crecer. Lo ha hecho hasta lo impensable con el equipo de su pueblo, pero estima que ha llegado la hora de marcharse. Su destino es aún una incógnita. Al menos, él no quiere revelarlo. Se habla de las canteras de
Betis y
Sevilla. También del primer equipo del
Recre. No se conoce su futuro, pero sí su pasado, que es el mismo que el de un equipo que él mismo fundó.
Lo hizo porque en su pueblo no había un conjunto sénior. Sus patadas a un balón en el
Oromana juvenil,
Salteras,
Marchena,
Tomares,
Dos Hermanas y
Cerro dejaron en este gerenero de voz rota y físico menudo las ganas de ver rodar la pelota en su tierra natal. Por eso, en el verano de 2006 empezó a hablar con conocidos y menos conocidos para fundar un equipo, cosa que salió adelante y que se estrenó en
Segunda Sénior en la 06/07. Pero la intención de José Juan no era echar el rato. “Subir a Primera Sénior es sólo el primer paso. Hay que jugar en
Preferente”, fue lo que le dijo a sus futbolistas en su primera charla, premisa que estos captaron rápido ya que en su cuarta temporada de existencia el conjunto rojinegro se plantaba en la máxima categoría del fútbol provincial.
Este ascenso es considerado por muchos como el punto de inflexión a partir del cual llegaron tantos éxitos a la
Ruta de la Plata, y para que la persona de
Romero se haya convertido en casi un mito en Gerena. Por un lado, porque se cumplía el principal objetivo marcado por él mismo, que, para más inri, tenía lugar en un terreno tan hostil para los mineros como
Guillena. Pero, sobre todo, porque sólo unos meses antes había recibido uno de los golpes más duros que puede dar la vida a una persona. “Hoy no entrenamos, ¿no?”, le preguntó su hermano
Miguel el día que
José Juan perdió a su hija recién nacida. “Cómo que no, esta tarde”, le respondió el entrenador después de dos noches de hospital y sin dormir.
Quedaba claro que el entrenador había decidido que fuera el fútbol el que le aliviara la pena, y este deporte, desde luego, puso de su parte. Porque en
Preferente estuvo sólo un año, logrando el ascenso a
Primera Andaluza con un gol en el Antonio Puerta que tenía el sello de José Juan al llevar el balón de una portería a otra en el tiempo añadido y en una enorme jugada de combinación. Con un juego difícil de ver en categorías modestas se plantó también en
Tercera, haciendo gala de su alto conocimiento fútbolístico al saber formar un grupo ganador acorde a la competición en la que jugara. Los
Tanque y
Pesca dieron sitio a los
Niza y
Hurtado, y estos, a los
Nacho o
Javi Medina.
Conforme ha ido subiendo de nivel la figura de José Juan ha ido creciendo. El estadio donde empezó esta aventura lleva su nombre por aclamación popular para homenajear esta “
locura”, como a él le gusta llamar, una historia que empezó en el albero y que acabó el pasado domingo a las puertas de la
Categoría de Bronce. José Juan Romero dejará de ser entrenador del Gerena, pero su “
monstruo” se ha hecho grande bajo su amparo. Y esto no lo olvidará nadie.