Una profunda crisis de identidad y el desarraigo respecto a su entorno más próximo oscurece el 98 cumpleaños del
Valencia CF, que se celebra este 18 de marzo en un momento social y deportivo muy poco boyante para el club.
El
Valencia, fundado el 18 de marzo de 1919, acumula seis títulos de
Liga, siete de
Copa, varios trofeos continentales como la
Copa de Ferias, la
Recopa y la
Supercopa de Europa, llegó a ser considerado el mejor club del mundo en 2004.
Trece años después de aquel hito, el
Valencia avanza hacia su centenario tras casi una década de sequía en cuanto a títulos se refiere, ya que el último trofeo levantado por sus jugadores es el de la
Copa del Rey de 2008, ante el
Getafe.
Desde entonces, el club ha vivido algunos momentos buenos, con varias terceras posiciones en la
Liga, pero en las dos últimas temporadas se ha convertido en un conjunto accesible para sus rivales y que ha cambiado de compañeros a la hora de compartir objetivos.
En vez de tener entre sus oponentes más directos a
Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid, Sevilla, Athletic de Bilbao, Real Sociedad o
Villarreal, el
Valencia comparte aspiraciones con los equipos de la zona baja que quieren eludir el descenso.
Mestalla, un fortín casi inexpugnable en otras etapas de la vida valencianista, se ha convertido en un estadio cómodo para los que lo visitan y el conformismo de la afición está al mismo nivel que las carencias de un equipo, al que las fuerzas apenas le llegan más que para soñar con acabar la Liga a mitad de la tabla.
El cambio de propiedad del club ha determinado la generación de este nuevo escenario. Cuando el empresario de Singapur,
Peter Lim, adquirió la mayoría del paquete accionarial del club, algunos problemas económicos inmediatos quedaron resueltos, pero dos años y medio después la falta de sintonía entre su proyecto y el valencianismo es notable.
Muchos de los que aclamaron a
Lim, confiados en que de su mano iba a llegar la solución a todos los problemas del club, ahora le abuchean antes, durante y después de los partido al grito de "Peter, vete ya".
Ni el estilo impuesto por
Lim para dirigir el
Valencia, ni su afinidad con la sociedad valenciana, ni el acierto a la hora de fichar jugadores, algunos de ellos adquiridos por encima de su valor de mercado, han conseguido que el juego recupere el protagonismo en el entorno del Valencia.
En la plantilla se cuentan con los dedos de la mano los jugadores que la afición asocia a la esencia del club (
Jaume Doménech, José Luis Gayà, Carlos Soler...) y los futbolísticamente más importantes (
Dani Parejo, Enzo Pérez...) no tienen la suficiente comunión con la afición.
En este escenario, el
Valencia llega al antepenúltimo aniversario previo a su centenario, que se cumplirá en 2019, muy lejos de las expectativas y abocado a un final de
Liga en el que el objetivo de la permanencia es el único que nadie discute.
De marcarlo con claridad se ha encargado el entrenador,
Salvador González "Voro", tercer técnico de la actual temporada tras
Pako Ayestarán y
Cesare Prandelli, y quizá único referente que no admite discusión entre el valencianismo.
Ni la presidenta
Layhoon Chan, ni el consejero ejecutivo,
Anil Murthy, ni el recién nombrado director deportivo,
José Ramón Alesanco, entusiasman a una afición que, por otra parte, ve en una plantilla llena de jugadores cedidos a un grupo de futbolistas cuyo paso por Mestalla va a ser coyuntural.
El debate gira sobre si el proyecto de Lim se plantea realmente a largo plazo, tal y como afirman sus personas de confianza, o si va a ser tan efímero como el de algunos de los jugadores que difícilmente van a echar raíces en un club que no puede vivir ni de la gloria del pasado, ni de la identificación del presente, ni de la incertidumbre del futuro.