José Antonio Rivero5 min lecturaEn el último programa de 'El Hormiguero', emitido este miércoles 22 de noviembre, la presencia de Pablo Motos junto a Alfonso Guerra prometía generar polémica, y así fue. En esta ocasión, el exvicepresidente del Gobierno, reconocido por su franqueza en cada intervención pública, se sentó en el programa para presentar su libro de memorias titulado 'La rosa y las espinas'. Este relato, basado en vivencias compartidas en marzo de 2022 frente a la cámara del cineasta Manuel Lamarca, escapa de lo políticamente correcto y explora los entresijos de la Transición, la elaboración de la Constitución, el golpe de Estado del 23F, la histórica victoria del PSOE en 1982, su rol como vicepresidente y su salida del Gobierno, además de tocar aspectos más personales.
La entrevista comenzó con Pablo Motos resaltando una curiosidad del libro que captó su atención: la ausencia de vocación política inicial en Alfonso Guerra. "Pero también me gustaba la dirección de orquesta. El mundo cultural. La política la veía un poco distante", confesó el exvicepresidente.
Gracias a su experiencia en el ámbito cultural, Guerra adquirió tablas que luego aplicó en sus mítines. "Al principio, en el 77, nadie había hecho nada. Y claro, yo no me ponía nervioso. Mis mítines gustaban mucho a la gente, usaba el humor. Entonces la gente estaba relajada y la ideología entraba sola".
Antes de adentrarse en temas más controvertidos, Guerra compartió un proyecto en el que está trabajando sobre Antonio Machado. El político explicó que él y su hermano Manuel, a pesar de representar visiones distintas, compartían un profundo afecto y escribían obras de teatro juntos. En la Academia de Buenas Letras de Sevilla, planean organizar una exposición que simbolice la reconciliación de los hermanos y, metafóricamente, la reconciliación de los españoles. Esta muestra se espera que tenga un significativo impacto literario, social y cultural.
En relación a la política actual, Pablo Motos señaló los significativos cambios desde la época en que Alfonso Guerra formaba parte del Gobierno de Felipe González. "En su época, decir una mentira era casi un crimen", planteó Motos. Guerra asintió y lanzó la primera crítica de la noche a Pedro Sánchez, argumentando que "ahora mentir es cambiar de opinión".
Guerra expresó la necesidad de abordar un punto de inflexión en el que se resuelvan las crecientes tensiones que, según él, se trasladan de manera preocupante desde el Congreso de los Diputados a las calles. Insistió en que todos los partidos deben comprometerse y que, a pesar de la dureza de la oposición, es fundamental retomar la práctica de conversar y entenderse.
La conversación giró hacia el tema central de la entrevista: la ley de amnistía. Ante la pregunta de si la merecen, Guerra respondió de manera contundente que no. Cuestionó la idoneidad de que aquellos que dieron un golpe de Estado y amenazan con repetirlo participen en la redacción de leyes, considerándolo descalificante.
Guerra también evaluó la constitucionalidad de la medida y se refirió a la postura oficial marcada por el Ministerio de Justicia al conceder los indultos. "Cuando digo 'no cabe', repito las palabras que repitió mil veces el presidente del Gobierno. Estoy en la línea del secretario general del partido: no cabe", afirmó.
A su juicio, la negociación implica eliminar un delito, algo que considera carente de sensatez. "¿Cómo es posible que se negocie con un señor que está buscado por la justicia, que es un prófugo, que declaró que Cataluña era independiente, cogió la maleta y se largó?", se preguntó Guerra.
En conclusión, la entrevista ofreció una visión sin tapujos de la perspectiva política y social de Alfonso Guerra, abordando temas relevantes y generando un debate en torno a la actualidad y el futuro de España.