José Juan Jiménez, párroco de la iglesia de la Trinidad de Córdoba, ha recibido este jueves el féretro de Álvaro Prieto, el joven cordobés que desapareció en Sevilla el pasado 12 de octubre, Día de la Hispanidad, y que días después apareció muerto entre dos vagones de un tren en la estación de Santa Justa.
"No hay palabras para explicar la pérdida de Álvaro", decía el párroco, acompañado de otros tres sacerdotes. En el templo, lleno, se han dado cita su familia, amigos y compañeros del Córdoba CF. Todos querían estar en el último adiós al joven, cuya desaparición y posterior desenlace ha tenido un verdadero impacto que ha causado mella en toda la sociedad española y cuya repercusión ha cruzado, también, las fronteras de nuestro país.
"Hace justo una semana comenzaba una auténtica pasión, un camino hacia el Calvario donde la esperanza se ha sostenido en la fe en una muestra de amor por parte de todos hacia su familia", recordaba el padre Jiménez Güeto.
Un ültimo adiós con el que se pone punto final al caso de Álvaro Prieto, siendo sólo una la pregunta que la investigación ha dejado sin responder. Confirmado que murió eletrocutado, la autopsia del cadáver revela un punto de entrada y salida, así como que descarta la participación de terceras personas. Un mensaje de la chica que conoció a Álvaro la noche antes de su muerte, también descarta los bulos y rumores que corrieron como la pólvora por Sevilla.
Las pruebas de la Policía Científica, según Nacho Abad, demostrarían que el joven habría trepado por el lateral del tren hasta tocar un cable de alta tensión, muriendo en el acto. Una cámara de seguridad de una gasolinera próxima a la zona de talleres de Santa Justa grabó a Álvaro Prieto. En las imágenes, según fuentes de la investigación, se puede ver al joven subido al techo del tren en el que fue encontrado sin vida. Prieto tocó el pantógrafo del tren y se electrocutó con una fuerte descarga eléctrica.
Tras la descarga, Álvaro Prieto cayó ya sin vida al hueco entre los dos vagones en los que acabó siendo encontrado de manera casual por un cámara de RTVA.
La única pregunta por resolver ahora, ya finalizada la primera fase de la investigación, es por qué subió Álvaro al techo del dichoso tren. Una respuesta que, por desgracia, nunca será resuelta. Y es que la respuesta sólo la tiene el propio Álvaro. Los investadores especulan con la posibilidad de que el joven cordobés tratara de esconderse, al entender que estaba en una zona prohibida.
Para tratar de llegar hasta el final, sus padres se han personado a través de un despacho de abogados que han contratado en una causa abierta en el juzgado. Con esta medida tratan de estar al tanto de cada uno de los avances por parte de la policía al respecto. Su hijo Álvaro Prieto nunca volverá a estar con ellos, pero les ayudará a saber qué protocolos se siguieron para tratar de encontrarlo.