La mayoría de ciudades en Europa y España tienen lo que se conoce como zonas de aparcamiento regulado, comúnmente conocidas como zona azul. Dichas zonas de estacionamiento tienen como objetivo el que la flota de vehículos allí aparcados se muevan constantemente, fomentando la actividad del sector terciario y zonas comerciales en los alrededores de dicha zona azul.
En dichos estacionamientos regulados pueden aparcar todo tipo de vehículos, existiendo cerca un parquímetro que permite emitir un ticket para estacionar. Los horarios y los precios dependen de cada ciudad y zona, siendo muy variados.
Aparcar en las grandes ciudades se está convirtiendo en un gran problema, ya que cada vez son más las zonas de estacionamiento regulado, así como las vías peatonales o las restringidas por la pegatina medioambiental. Esto, sumado a la enorme flota de vehículos que existe, convierte en una tarea bastante complicada el encontrar un estacionamiento en determinadas zonas.
Por poner un ejemplo, aparcar en zona azul en Madrid durante cuatro horas, el máximo permitido, tiene un coste de 8,20 euros, aunque otras capitales europeas como París son muchísimo más caras.
En la capital francesa, aparcar durante tres horas un SUV en el distrito 15, cerca de la Torre Eiffel, cuesta unos 100 euros, por lo que los parisinos están aprovechándose de una ley existente para estacionar gratis de forma fraudulenta.
Según informa Le Parisien, cada vez son más los ciudadanos que aparcan en zona azul y colocan en el coque un ticket como persona con discapacidad, ya que a este colectivo, así como las personas con movilidad reducida, estacionar en estas zonas no le supone coste alguno.
Se supone que el ticket que da el parquímetro debe estar asociado a una tarjeta identificativa para conductores con movilidad reducida, pero los parquímetros no tienen la tecnología para verificar que el conductor que saca el ticket posee dicha tarjeta.
Tal está siendo el fraude que de las 500.000 multas de aparcamiento que se emiten cada semana en zonas azules, 120.000 son para personas con discapacidad o movilidad reducida, un número demasiado elevado, ya que en París sólo hay activas 150.000 tarjetas para conductores de movilidad reducida.
Además, en caso de que el estafador sea descubierto, el fraude es muy difícil de demostrar, ya que siempre puede alegar un error a la hora de sacar el ticket en el parquímetro. En el peor de los casos, la multa va de los 25 a los 225 euros, nada disparatado si tenemos en cuenta el precio de aparcar allí.