En las áridas tierras aragonesas, entre las sombras del imponente Moncayo, yace un pequeño pueblo con una historia tan peculiar como inquietante. Trasmoz, en la provincia de Zaragoza, es conocido por ser un lugar excomulgado por la Iglesia católica y maldecido por una oscura sombra que persiste hasta nuestros días. Pero, ¿cuál es el origen de esta maldición que aún perdura en pleno siglo XXI?
En el siglo XIII, Trasmoz era un feudo laico exento de los tributos eclesiásticos que gravaban a los pueblos vecinos. Esta exención fiscal, sumada a los persistentes rumores de brujería y hechicería, provocó la ira del clero local. Se decía que los ruidos de martilleo que resonaban en el castillo eran el eco de la falsificación de monedas, una actividad clandestina que prosperaba en la localidad.
La situación se agravó cuando el abad de Veruela, buscando represalias, solicitó al arzobispo de Tarazona la excomunión de todo el pueblo. Esta sentencia prohibía a los habitantes de Trasmoz recibir los sacramentos de la Iglesia. A pesar de los intentos de reconciliación, la comunidad, conformada por cristianos, judíos y árabes, nunca se arrepintió, lo que habría sido el paso para revocar la excomunión.
Las tensiones llegaron a su punto álgido cuando Pedro Manuel Ximenez de Urrea, señor de Trasmoz, se alzó en armas contra el monasterio de Veruela. Antes de que la situación desembocara en una guerra abierta, el rey Fernando II de Aragón intervino, legitimando las acciones de Trasmoz.
En 1511, el Papa Julio II, con el beneplácito papal, lanzó una maldición sobre Trasmoz, alegando que la resistencia del pueblo se debía a la influencia de la brujería. Esta maldición, sellada por el poder papal, solo podría ser revocada por otro Papa, una posibilidad que hasta ahora no se ha materializado.
La historia de Trasmoz ha dado origen a numerosas leyendas sobre brujería y hechicería. Incluso el poeta Gustavo Adolfo Bécquer inmortalizó algunas de estas historias, como la de la Tía Casca, una vecina acusada de brujería y asesinada por sus propios vecinos.
Estas leyendas han permeado en la cultura popular, llegando a ser representadas en la serie española 'El Ministerio del Tiempo', donde se recrea el misterioso pasado de Trasmoz.
Hoy en día, Trasmoz ha convertido su oscuro legado en un atractivo turístico. El Museo de Brujería y Supersticiones del Moncayo es testigo de ello, al igual que los Encuentros sobre Brujería, Magia y Plantas Medicinales que se celebran regularmente en la localidad.
Así, entre las sombras de su pasado y la esperanza de un futuro, Trasmoz sigue siendo un enigma vivo, un pueblo maldito que despierta la curiosidad y el temor de quienes se aventuran a descubrir sus secretos.