En un grupo tan igualado, un gol es oro. Y el de Jordán lo fue. Un cabezazo del centrocampista catalán permite al Sevilla llegar vivo a una última jornada de infarto, en la que, con la victoria del Lille ante el Salzburgo (1-0), los nervionenses pueden acabar líderes de grupo si ganan en Austria y se da otro resultado, pero también últimos si empatan o pierden y su rival de hoy supera al Lille. El tanto de Mir, en el 97', evitó infartos no deseados.
Lopetegui partía con el teórico once inicial salvo una excepción inesperada: la ausencia de Rafa Mir. Sin '9' de referencia y con Munir ejerciendo en ataque trataba de lograr lo que no ha conseguido hasta ahora, estrenar su casillero de victorias en la Champions League.
Con ello, el Sevilla salió lanzado para tratar de marcar y quitarse la enorme presión que pesaba sobre él; y el Papu Gómez tuvo la primera opción antes incluso de que se hubiera cumplido un minuto de juego.
Ante un equipo que le esperaba atrás, el equipo hispalense sabía de la importancia que iba a tener la movilidad de sus delanteros y las jugadas a balón parado. En una de éstas llegó la primera gran ocasión. Un córner que colgó Acuña en el corazón del área y Koundé entró con fuerza, pero su remate de cabeza le salió muy centrado, a las manos de Pervan.
Tras dos llegadas claras, a la tercera, no falló. Fue otro centro, esta vez desde la derecha, de Rakitic, que la puso bombeada en el área pequeña para que Joan Jordán rematara de cabeza a placer. El remate tal vez saliera centrado, pero estaba tan cerca que Pervan no pudo reaccionar.
El gol sevillista frenó el ímpetu inicial e inició otro partido. El Sevilla trató de dormir el encuentro con su habitual fútbol de toque y, aunque no daba muchas opciones a su rival, tampoco ofrecía la sensación de peligro de los primeros minutos.
La experiencia ante el Lille ya le ha demostrado que un 1-0 es un resultado muy corto y que cualquier jugada puede cambiar el signo del encuentro. Ésta llegó a los 22 minutos, cuando Nmecha cazó un balón al borde del área y mandó un zapatazo que Bono despejó como pudo. El balón iba tan fuerte que le dobló la mano y acabó dando en el larguero. Era un serio aviso.
La jugada despertó a un Wolfsburgo que aumentó su presión. Los alemanes lo tenían muy claro, jugaban un fútbol directo que les funcionaba, ya que ganaban casi todos los balones por alto y ahí entraba su segunda línea para crear problemas. El partido estaba donde Lopetegui no quería y tocó a rebato.
A raíz de una jugada aislada, un balón en largo que se 'comió' Brooks y que Jordán no controló cuando se habría quedado solo, el Sevilla reaccionó en los últimos diez minutos jugando a contracorriente, como no acostumbra. Elevó el nivel de agresividad defensiva y empezó a robar y a correr.
Sólo las grandes acciones de Guilavogui evitaron que alguna de esas jugadas hubiera acabado creándoles problemas. De ahí al descanso, el Sevilla tuvo una opción de libre directo, marrado por Munir, y dio la sensación de que, cuando aprieta en la salida del balón alemán, puede complicarle la vida a un rival poco acostumbrado a este ritmo.
El Wolfsburgo entró más metido tras el descanso. Intentado devolverle al Sevilla esa presión adelantada que tanto les había complicado a ellos en los últimos minutos de la primera mitad. Aunque se encontró con una rápida réplica de su rival que les obligó a recular y a jugar a lo que los de Lopetegui querían.
Faltaba que toda esa intensidad tuviese algún fruto. Y aunque tardó, la ocasión llegó tras una jugada a balón parado (58'), en el que la pelota quedó suelta y el disparo de Ocampos lo sacó Guilavogui. Dos minutos después, un robo del Papu Gómez le permitió disparar desde la frontal, fue a colocar y le adivinó la intención el portero alemán.
Aún llegaría una otra inesperada (67'), cuando Koundé cazó una pelota de forma acrobática dentro del área y el balón llegó ajustado al palo, aunque no lo suficiente como para sorprender al portero alemán. Y, en el 71', una más clara de Montiel, que disparó solo, pero muy centrado, lo que permitió a Pervan despejar.
El Sevilla vivía sus mejores momentos, en los que no tenía ocasiones muy claras, pero sí el mando total y se había instalado en campo contrario.
Florian Kohfeldt, técnico del Wolfsburgo, trató de reaccionar y romper esta dinámica con un triple cambio, dando entrada a su revulsivo particular Lukevakio. Y Lopetegui contestó metiendo frescura en el centro del campo (Oliver y Delaney) y a su esperado '9' (Rafa Mir).
Los cambios durmieron el partido, frenaron el ritmo nervionense y se entró en un tramo final algo roto, con el Wolfsburgo volcado en busca del empate y un Sevilla que olía el peligro cada vez que robaba el balón. No es el fútbol de ida y vuelta el que más le gusta a Lopetegui, pero su equipo, al menos, no sufría.
La mala noticia llegó en la prolongación con una lesión de Diego Carlos que complica aún más la situación en la enfermería sevillista en un momento clave de la temporada. Con Rekik y Augustinsson en el campo, el Sevilla se atrincheró y, a la contra, sentenció. Rafa Mir aprovechó una gran jugada de Ocampos y permite a su equipo llegar vivo a la última jornada.
Ficha técnica:
Sevilla FC: Bono; Montiel, Koundé, Diego Carlos (Rekik 93'), Acuña; Fernando, Joan Jordán (Delaney 82'), Rakitic (Augustinsson 93'); Papu Gómez (Oliver Torres 80'), Ocampos y Munir (Rafa Mir 80').
Wolfsburgo: Pervan; Lacroix, Guilavogui, Brooks; Baku (Mbabu 75'), Vranckx (Lukevakio 75'), Arnold, Roussillon (Paulo Otávio75'); Gerhardt (Philipp 66'), Nmecha; y Weghorst.
Goles: 1-0 (12') Joan Jordán; 2-0 (97') Rafa Mir.
Árbitro: Cüneyt Çakir (Turquía). Amonestó a Fernando, Guilavogui, Arnold, Nmecha.
Incidencias: Partido disputado en el Ramón Sánchez-Pizjuán ante 28.663 espectadores (350 visitantes).