Álvaro Valera: "El deporte paralímpico es deporte con mayúsculas"

El palista sevillano acaba de colgarse la medalla de bronce por parejas en el Mundial de Tenis de Mesa Paralímpico celebrado en Granada. Nació con una polineuropatía de carácter distal, una enfermedad degenerativa, que implica que tenga menos desarrollada la musculatura en los brazos y piernas, lo que le dificulta la movilidad y la potencia.

Gracia ÁvilaGracia Ávila 9 min lectura

El sevillano Álvaro Valera ha concedido una entrevista a ESTADIO Deportivo, donde ha repasado su prolija carrera deportiva, y sus últimos logros en el deporte paralímpico.

- Su último gran torneo ha sido el Mundial celebrado en Granada, ¿en qué proyectos se encuentra ahora?

- Ahora estoy en una pequeña transición, hasta este momento he estado preparando el Mundial, que se ha celebrado hace unos días, donde además hemos sido país anfitrión. Hemos hecho un trabajo importante de preparación, para llegar en las mejores condiciones al evento. Después de las Olimpiadas es el torneo más importante que hay. Había mucho en juego, sobre todo al ser en casa con más motivos. Hemos cumplido el objetivo de sacar una medalla. He llegado a semifinales con mi compañero (Jordi Morales) y este bronce lo podemos calificar de éxito. Un aliciente, un empujón para llegar a París (JJ.OO.) que es la gran cita y el mayor de los objetivos.

- Lleva más de dos décadas en la élite…

- Llevo muchos años. He cumplido 40 este año. Empecé a nivel internacional con 15 años, son 25 años en alta competición, donde he conseguido dos títulos de campeón del mundo, un título de campeón paralímpico y muchas medallas en mundiales y olimpiadas.

- ¿Qué queda de ese joven que empezó a competir hace 25 años?

- Siempre queda esa esencia, una parte. Desde entonces ha cambiado mucho todo, el deporte paralímpico a día de hoy es deporte profesional con mayúsculas, es alto rendimiento, es alta competición. En aquel momento todavía era amateur, no se había profesionalizado y bueno, la competencia es espectacular a día de hoy.

En mi caso también me he ido enfrentando a un reto particular. A nivel personal soy de los pocos que se tiene que enfrentar no solo al paso de los años, sino también a una condición neuromuscular que va agravándose a lo largo del tiempo. He ido perdiendo masa muscular, he ido perdiendo potencia, he ido perdiendo fuerza en los brazos y en las piernas, lo que también ha implicado que haya ido bajando de categoría hasta que, hace diez años, estoy en la última (clase 6). Ya no hay más, lo siguiente sería jugar en silla de ruedas, cosa que está completamente descartada. Dentro de pie hay unos baremos y estoy dentro del más afectado, y dentro de ese grupo voy teniendo ya más desventaja que el resto.

Pero bueno, siempre ha sido mi reto y siempre ha sido mi inspiración. Empecé a hacer deporte por eso, porque quería ser uno más. Con 10 años en el colegio quería hacer deporte y quería formar parte del grupo y competir contra otros niños sin ningún tipo de limitación física y ése para mí era el objetivo y el reto. Quería estar a la altura a pesar de tener una desventaja, una discapacidad. Poco a poco eso era lo que me daba una gran satisfacción. A las competiciones infantiles, llegaba con mi dificultad y poder ganarles, me iba a casa con una sonrisa de oreja a oreja.

- ¿Cómo de importantes son las becas y ayudas públicas para un deportista como usted?

- Desde el año 2008, que salió el Plan ADO Paralímpico, se profesionaliza, lo que implica que hay unas becas ADO que se miden en función de los resultados. Si estás en posición de medalla te garantiza un salario durante el año, hasta que toque revalidar objetivos para revalidar ese contrato, manteniendo esas condiciones. Sí que es verdad que es meritocrático, que depende los resultados, pero también es justo. No es subjetivo. Si tú te vas ganando tus medallas año a año, pues vas revalidando tus condiciones económicas, que te ayudan a prepararte y a dedicarte con el nivel de exigencia que esto necesita.

- Ha ganado mucho, ha viajado mucho, pero… ¿con qué momento se queda?

- El mayor de los sueños cumplidos ha sido el oro Sídney 2000. Fue mi mayor resultado, un recuerdo inolvidable, tuve una gran inspiración en la competición. Saqué un nivel altísimo. Tenía esa frescura de la juventud, esa explosión y se me concedió. Es algo que le llevo para el recuerdo, he intentado repetirlo, he vuelto a jugar dos finales olímpicas (2012 y 2016) pero se han escapado. Es algo muy complicado. Es algo que ahí queda, que me llevo para mí.

- Padece una enfermedad degenerativa, ¿cómo le afecta en los entrenamientos?

- Me voy adaptando a las circunstancias año a año. El nivel de exigencia va en función de los que vaya dictando mi cuerpo. Me voy dosificando y jugando con los límites. Antes podía entrenar mucho más. Ahora por el desgaste, por la edad y por la discapacidad tengo que dosificar más. Apuesto más por la calidad que por la cantidad y buscar trabajo que técnico, enfocado a la preparación física, a la fisioterapia, a la tonificación muscular… A ese tipo de cosas que hoy son la clave. Mantener el físico es mi objetivo, son muchos años, ya la mano la tengo. Sobre todo tratar que el cuerpo acompañe, que es el mayor caballo de batalla que tengo ahora.

- Dice que “la mano” ya la tiene, ¿cuánto ha tenido que ver su padre en esa diestra poderosa?

- Mucho. Sin duda mi padre fue mi maestro, mi mentor y siempre lo tengo presente. Siempre le estaré agradecido a todo el trabajo que hicimos en mi infancia, tantas horas de entreno en casa, en la mesita que teníamos en el sótano, con él, con el robot que lanzaba bolas, antes del colegio, después del colegio, por la tarde, por la noche… Siempre con mucho ímpetu y con mucha pasión. Ese coraje fue lo que me hizo dar el salto tan joven de nivel. Además del talento, el trabajo es lo que marca la diferencia. En esos años, cuando mis amigos se divertían, yo estaba entrenando y pasaban los meses y al final lo acababa notando.

- Retomando sus orígenes, ¿cómo recuerda su etapa en San José y Coria del Río?

- Una etapa muy bonita. Allí fue donde se forjaron mis inicios, donde fueron llegando mis primeros resultados, mis primeras medallitas a nivel local y regional, mis primeras ilusiones. Teníamos un grupo de entreno muy cercano, éramos una piña y fue una época que siempre recordaré con cariño.

- Nació en Sevilla, ha vivido en Madrid muchos años, ahora está en Barcelona…

- Mi corazón está dividido. He vivido media vida en Sevilla y media en Madrid. Sigo yendo mucho a Sevilla, tenemos la casa familiar allí, voy en Semana Santa, en Feria… Me consideraré siempre sevillano y un parte madrileño.

- ¿Cómo le afectó la pandemia?

- En mi caso, por desgracia, ha sido más que eso, ha sido dramático. Casi abandono el deporte. Ha sido uno de los momentos más duros de mi camino, porque a nivel de mi enfermedad, de mi condición; la falta de actividad y el sedentarismo son muy dañinos. Los meses de confinamiento me han pasado factura. Cuando salimos no podía jugar ni al 20 por cierto de lo que jugaba. Puse en duda de si había llegado el momento de abandonar. A día de hoy soy competitivo, pero ha habido un punto de inflexión, y después de la pandemia no he vuelto a ser el que era. Para mí la pandemia ha sido criminal.