El panorama que se avecina es complicado, sobre todo si se cumplen los pronósticos más pesimistas de
LaLiga y la
RFEF. Jugar a puerta cerrada hasta 2021 supondrá una merma importante en los
ingresos de los clubes, que dependen casi tanto de los derechos televisivos como del
ticketing y
los abonos. Los reajustes presupuestarios y los recortes salariales serán una tónica en
Primera y Segunda división, donde se impondrá, según todos los expertos, una suerte de
economía de guerra en la que la recomendación es fichar menos y tirar más de las cesiones como de la cantera. Una autarquía que puede condenar a algunos clubes, los más acostumbrados a gastar sin miramientos, amén de encumbrar a otros, como
Athletic o
Real Sociedad, que tienen menos reparos en dar oportunidades a los jóvenes.
El Betis avanza a paso corto en su planificación, insistiendo en
la política del coste cero que tantas alegrías le ha reportado últimamente
(Pau López, Canales, Joel), aunque sin renunciar a mantener, incluso sin premio europeo tras la hipotética reanudación del campeonato, a sus mejores hombres, léase las fichas más elevadas. La tesitura en el mundo del fútbol cambia prácticamente a diario, por lo que todos están pendientes de las decisiones que tomen las autoridades, políticas y deportivas,
para configurar unas plantillas que, en el mejor de los casos, acusarán la recesión, si no se confirma la revolución (mejor, involución) pronosticada por los menos halagüeños.
Esta campaña, por ejemplo, en
Heliópolis arrancaron con un futbolista a préstamo,
Pedraza (por el que pagaron 500.000 euros, que podían llegar a un kilo según objetivos, con
una opción de compra de 10 millones que llegaría a 14 con bonus), más la copropiedad de
Emerson con el Barcelona, de donde llegó en enero un
Aleñá por el que no hay cláusulas unilaterales de adquisición. Por su parte, hasta nueve efectivos del primer equipo verdiblanco o de su filial actúan cedidos en otros conjuntos
(Camarasa, Sanabria, Aitor Ruibal, Francis, Kaptoum, Ismael, Narváez, Julio Gracia y Liberto Beltrán). A día de hoy, ninguno entra en los planes para la 20/21.
Así las cosas, los rectores heliopolitanos, en el mejor de los casos,
renegociarían a la baja con el Villarreal para quedarse en propiedad con el carrilero zurdo cordobés, al tiempo que en la Ciudad Condal tienen mejores planes para el mediocentro creativo. De los que están fuera,
Ismael tiene contrato con el
Alavés hasta el 30 de junio de 2021, mientras que, por el resto, apenas se esperan rescisiones poco onerosas, una nueva salida en busca de minutos y repercusión, o que se conviertan en fuente de ingresos para la remodelación del futuro plantel.
En este sentido, el
Almería debería abonar obligatoriamente
5,5 millones de euros si asciende a Primera, conservando, de no lograrlo, en cualquier caso sendas opciones de compra por
Kaptoum (3,5 y 500.000 euros que ya desembolsó por el préstamo) y
Francis (2). Por su parte, el Leganés puede quedarse con
Ruibal por 3,5, lo que suman nueve millones. Casi imposible resultará que el
Génova ejerza su derecho a retener a
Sanabria por 18 kilos, pero tanto por el delantero paraguayo como por
Camarasa se escucharán propuestas de dos dígitos o muy cercanas para la reconstrucción.
Más sitio tendría el próximo curso la cantera en los planes del primer equipo. Por ello, el esfuerzo realizado en el pasado mercado invernal por
Miguel Calzado, su director, con la connivencia del club, para asegurar al filial el retorno a Segunda B con los fichajes de
Luis Martínez, David Ramos y el aún inédito
Zakari. Desde la Categoría de Bronce, las promociones serán menos acusadas, un acercamiento que ansían en la planta noble del
Benito Villamarín para disfrutar más a menudo de los
Raúl García, Mizzian, Robert, Rodri, Calderón, Paul y el mismo
David Ramos, bien como complementos en momentos concretos, bien como alternativas más constantes.
Como le ocurrió a
Edgar, ya consolidado en la elite por obra y gracia de
Rubi, que se inventó una posición híbrida central-pivote en la que el catalán se desnvuelve como pez en el agua. A punto de ampliar su vinculación, el ex del Espanyol ha tomado el testigo de los
Fabián, Junior y Loren. No es el
Betis un club con remilgos para mirar hacia abajo, pero preocupa en cierto modo que la autarquía, mucho más factible en vertical, exija saltos más tempranos o responsabilidades aceleradas.
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Desde la llegada de
Quique Setién al banquillo bético en la 17/18, tirar de la cantera está siendo una constante, que mantuvo en su segunda temporada y que
Rubi ha heredado en lo que se lleva disputado de 19/20. El cántabro convocó en los dos ejercicios en que ocupó el cargo de entrenador bético a ocho futbolistas que habían arrancado en el filial, dando minutos a siete
(Aitor Ruibal, Julio Gracia, Redru, Pedro, Narváez, Loren y Junior, más
Francis desde verano) y dos (
Robert y Edgar, más
Kaptoum desde pretemporada), respectivamente. El míster catalán consolidó a
Edgar (765'), ha contado puntualmente con
Ismael (153'),
Meléndez (19') y
Raúl García (16'), y llamó a los metas
Carlos Marín y Rebollo varios duelos.