Torrecilla: la historia de otra era fallida

Torrecilla: la historia de otra era fallida
El ya exdirector deportivo del Betis Miguel Torrecilla, ante la atenta mirada de José Miguel López-Catalán y Ángel Haro, durante una de las dos ruedas de prensa que ofreció el salmantino durante su etapa en el Betis. - M. M.
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La irregular aportación de los fichajes que llegaron bajo su mandato, el fracaso en la elección de los entrenadores -primero Gustavo Poyet y después Víctor Sánchez del Amo-, ambos destituidos, y sus escasas pero siempre controvertidas declaraciones públicas han marcado el fugaz paso del ya exdirector deportivo verdiblanco Miguel Torrecilla por el Betis, aunque ha sido su relación con el recién llegado vicepresidente deportivo Lorenzo Serra Ferrer y el rol que se vio obligado a asumir el que ha terminado precipitando su salida de la entidad.

Torrecilla, quien acordó el pasado lunes su salida del club para emprender una nueva aventura en el Sporting de Gijón, llegó en mayo de 2016 para suplir a Eduardo Macià. Precedido por su éxito en el Celta, al que había logrado meter en competición europea, aterrizó en la capital hispalense con el objetivo de implantar su forma de trabajo y confeccionar una plantilla que superase la décima plaza del ejercicio anterior. "Todo lo que no sea estar entre los diez primeros sería para tirar de las orejas" a los responsables, llegó a afirmar, frase que, como en otras muchas ocasiones, se terminó volviendo en su contra.

Desde Durmisi, su primer (y mejor) fichaje, hasta Tosca y Rubén Pardo, llegados en el mercado invernal, fueron desembarcando en Heliópolis hasta once refuerzos, a los que ni Poyet, en primera instancia, ni luego Víctor Sánchez del Amo consiguieron sacar el rendimiento esperado.

Tampoco le salió bien su elección de los inquilinos del banquillo. Su apuesta más fuerte, Poyet, no llegó a conectar con la grada, a lo que tampoco ayudaron los resultados del equipo en el arranque de campeonato. Once jornadas duró el uruguayo antes de ser destituido, un revés importante, además de la primera mácula en su expediente. Le sustituyó Víctor Sánchez del Amo, que ni mejoró los números de su antecesor ni cambió la dinámica negativa del equipo, por lo que acabó como él, a dos jornadas del final de temporada, cuando los ridículos ante el Alavés en casa (1-4) y el Leganés en Butarque (4-0) propiciaron la llegada de Alexis Trujillo.

Además de sus fallidas elecciones para el banquillo y el escaso rendimiento de los fichajes, a Torrecilla también le condenaron sus declaraciones públicas, escasas pero siempre controvertidas. Calificó el centro del campo bético como "el mejor de LaLiga después de los grandes" y antepuso las sensaciones a los resultados para justificar la mala racha de Víctor en el segundo tercio de la temporada.

Pero, si hay un detonante de la marcha del salmantino ese ha sido la llegada de Lorenzo Serra Ferrer al conjunto de La Palmera. El balear aceptó la oferta de Haro y Catalán siempre y cuando le concediesen plenos poderes en la parcela deportiva, lo que arrinconaba al director deportivo hasta el punto de ‘ningunearlo’ en la presentación de Setién, en la que ni siquiera apareció en la foto de familia.

Incómodo en su papel de convidado de piedra, Torrecilla decidió poner fin a su etapa en el Betis y poner rumbo a Gijón, donde emprenderá la 'operación retorno' a Primera.

En Sevilla siempre quedará la duda de si el proyecto que el salmantino diseñó a largo plazo (firmó cuatro años) hubiese tenido éxito. Su precipitada salida impedirá hallar la respuesta.