La Final Four de la Euroliga tiene a mucha gente contenta, empezando con las -numerosas- aficiones de Fenerbahce, Panathinaikos y Olympiakos, y la quizá no tan grande, pero sí muy sentida, del Real Madrid. Algunos no estarán tan felices, como la gente de Barça, Maccabi o Mónaco, que se quedaron a las puertas de acceder tras unos quintos partidos agónicos. Pero si hay alguien que de verdad lo está pasando mal desde hace semanas, es sin duda la policía de Berlín. Acoger un evento de esta magnitud, que es sin duda la fiesta del baloncesto europeo, es un desafío en sí mismo, pero si a eso le sumas que los dos gigantes griegos están presentes -afortunadamente no juegan entre sí-, y que también hay turcos, pues la cosa pinta regular.
Los otomanos y los griegos no son precisamente amigos entre sí, y en cada partido que juegan saltan chispas, tanto en la pista como fuera de ella, no obstante, esta vez es diferente. Casi una semana, en un lugar como Berlín, de fácil acceso y relativamente cerca. Esto ha provocado un desplazamiento masivo de hinchas, que este miércoles, a falta de 48 horas para que se de el salto inicial del primer partido, ya ha dejado los primeros enfrentamientos.
Y el protagonista ha sido inesperado, bueno o realmente no tanto, porque es sin duda uno de los personajes más polémicos del universo FIBA. No es otro que Ergin Ataman, el técnico del Panathinaikos, quien ha tenido una trifulca a la entrada del hotel con ultras del Fenerbahce, su rival en semifinales. Ataman es turco, de hecho es seleccionador de su país, solo que si hay un equipo con el que tenga discrepancias, eso son los de Jasikevicius. Estuvo en el banquillo amarillo entre 2003 y 2006, pero después ha pasado por todos sus grandes rivales -Besiktas, Galatasaray, Efes- y no es precisamente muy querido en esa zona de Estambul.
Por este motivo, cuando los griegos llegaban a descansar al hotel de los equipos, ha sido interpelado en la puerta, y como no es precisamente una persona que evite el conflicto, ahí que ha ido. El altercado ha precisado de la aparición de la seguridad y de la ya mencionada policía berlinesa. Finalmente no ha pasado a mayores, pero sí que deja claro que esto no ha hecho más que empezar y el fin de semana va a ser muy largo, pase lo que pase. Más aún después del viernes, cuando se mezclen la euforia de los clasificados para la final, con la tristeza y el cabreo de quienes pierdan.