El final de las leyendas nunca es fácil, y el Rafa Nadal tampoco lo ha sido. David Ferrer le dio la oportunidad de abrir la serie de cuartos de final de la Copa Davis entre España y Países Bajos contra Botic Van de Zandschulp, pero la imagen dada por la leyenda ha estado mucho lejos de aquel jugador que durante décadas maravilló a todo el mundo. El mejor deportista español de siempre, que se va con una derrota muy dura, en el que pese al marcador, un doble 6-4 que retocó al final con un conato de remontada imposible, dio una sensación de fin de una era más que dolorosa, ante un Martín Carpena rendido a él, como por otra parte se merecía por la leyenda que es.
El nuevo Rafa Nadal es muy diferente al que estamos acostumbrados a lo largo de la su carrera, y una muestra de ello es que esta vez ha elegido sacar de inicio. Y tras lo visto en los entrenamientos previos, donde le corrió mucho la bola, podía tener sentido. Y la estrategia de entrada funcionó ante un rival que estaba acongojado, como muestra de ello fueron los siete saque seguidos que falló en el segundo juego, aunque a la postre acabó cerrándolo, y evitando un break que en otro tiempo Nadal no hubiera perdonado.
Así se fueron sucediendo los juegos con ambos ganando sus saques sin demasiados problemas, la pista, sin ser tan rápida como las de las últimas semanas, se presta al juego rápido y los dos tenistas se han apuntado a ello. No hemos visto una sola oportunidad de rotura en todo el parcial, hasta que en el noveno juego, con cuatro a cuatro en el electrónico y Rafa al saque, una doble falta y dos subidas a la red muy precipitadas le han dado el break a un Van de Zandschulp que no lo ha desaprovechado para llevarse la primera manga por 6 a 4 en apenas 46 minutos de juego. Una vez más, Rafa necesitaba abonarse a la épica.
Como una cruel metáfora del destino, en el que ha sido su último partido individual como profesional, a Rafa Nadal le abandonó la que ha sido su seña de identidad durante su carrera, la garra y la épica que le han permitido ganar partidos imposibles. Esta vez tenía delante a un holandés que no quería ser comparsa de la fiesta y acabó siendo el que la arruinó. El segundo set empezó de la peor manera posible, con un break que a la postre fue definitivo. A Nadal no le corría la bola apenas y encima el tulipán llegaba absolutamente a todo.
Ni las dobles faltas, el gran debe esta tarde de Van de Zandschulp, permitieron a Nadal gozar de una oportunidad; la leyenda no fue fue capaz de remar a contracorriente. Es más, acabó cediendo otra rotura que le colocó con una desventaja insalvable. Aunque hizo un amago de remontada que recordó al de las grandes noches, pasando de un 4 a 1 a estar 4 a 3 y 0-30, pero en ese momento apareció el cañón con el servicio de su rival para ponerle el cerco a la bestia que trataba de emerger.
Las grandes noches como aquella final del Open de Australia en 2022 o las decenas de remontadas estaban en la cabeza de todos, pero más como una utopía que como un pensamiento real, porque el nivel de Nadal distaba mucho de ser el necesario para ello, aunque aún así lo tuvo cerca, pero no fue capaz de conseguirlo, porque salvó la primera bala con el saque, pero en la segunda, aunque se puso 30 iguales y se soñó con que era posible, acabó siendo imposible y ahora España está contra las cuerdas.