El fútbol es el gol y lo demás, sobra. Esta contundente afirmación, injusta quizás en un deporte de tantos detalles, puede encontrar su máxima expresión en el partido de ayer. Sevilla y Real Madrid pusieron la misma intensidad para sacar algo positivo, pero sólo los blancos tiraron a puerta.
Los de Lopetegui no hicieron mal choque, pero la persistencia de hombres como Lucas Ocampos no encontró la compañía del remate.
El argentino fue de los mejores hombres en la escuadra nervionense. Habiendo descansado el jueves sin haber viajado a Azerbaiyán, el ex del Olympique de Marsella empezó en una banda, pasó a la otra durante el partido y hubo momentos en los que también quiso percutir por el centro.
Su derroche físico fue innegable y ofreció varios centros al área madridista que nunca encontraron rematador. Y ello, con destellos de mucha calidad en acciones individuales. Pero, lo dicho, ayer el gol sevillista no estuvo invitado al Sánchez-Pizjuán y eso lo afeó casi todo.