Sevilla - Girona: Las puntuaciones uno a uno de los nervionenses

Como si de un sortilegio se tratase, acabó el impecable mes de abril de José Luis Mendilibar (invicto en sus siete primeros partidos como técnico del Sevilla FC, con cinco triunfos, cuatro consecutivos, y una clasificación para semifinales de la Europa League) y comenzó de la peor manera mayo. Llegaba a un Ramón Sánchez-Pizjuán hasta la bandera de gente e ilusión un nuevo igual, el Girona FC, miembro de esa burguesía que ambiciona la zona noble, como han vuelto a hacer los nervionenses, y se llevaba los tres puntos. En gran parte por el soberbio encuentro de Rodrigo Riquelme, ese extremo criado en la cantera del Atlético de Madrid al que Simeone no terminaba de ver como colchonero, rindiéndose a la evidencia seguramente tras su extraordinario curso en Montilivi, con cinco goles, dos asistencias y un montón de bondades más de las que no salen en la estadística. El solito volvió loco a la medular y la defensa blanquirrojas, apareciendo por izquierda, derecha o el centro y acariciando el gol, que impidió el travesaño. Estuvo en casi todo lo peligroso de los de Míchel y fue, como reconoció LaLiga en forma de MVP, el gran culpable de la primera derrota del técnico de Zaldívar en Eduardo Dato.

Así jugaron los anfitriones en el Sevilla-Girona:

DMITROVIC: 4

Se quedó a media salida en el 0-1, quizás debió salir de debajo de los palos en el segundo y apenas detuvo un balón en todo el partido.

MONTIEL: 4

Rodrigo Riquelme y Miguel Gutiérrez le hicieron sufrir mucho. En sus subidas, colgó un centro que casi aprovecha Bryan Gil para empatar y rozó él mismo el 1-1 con un derechazo que se fue rozando el palo, pero le costaba un mundo volver y su equipo lo pagó.

BADÉ: 4

Poderoso por alto, pero inesperadamente blando por bajo, errando en acciones que normalmente gana con solvencia.

GUDELJ: 5

Esa amarilla tempranera le hizo medirse más de lo deseado en los cruces, arriesgando en algunos con éxito. Desbordado de trabajo atrás.

ACUÑA: 4

Rozó el gol al final con su pierna mala, aunque le costó defender con holgura y se le vio descentrado sobre la bocina.

FERNANDO: 4

No fue su mejor día, persiguiendo sombras y llegando más tarde de lo acostumbrado a los cruces por culpa de la velocidad del Girona en sus transiciones.

PAPE GUEYE: 4

Algo atolondrado, pero más inspirado en el achique de Fernando, si bien se fue diluyendo antes de ser sustituido.

OCAMPOS: 4

Volvió a ser el jugador desquiciado y enfadado consigo mismo de la temporada pasada, algo impropio de alguien de su calidad. Pidió penalti de Bueno a los nueve minutos y, desde entonces, no se quitó la acción de la cabeza, protestando continuamente al colegiado y precipitándose en cada pase o lanzamiento.

'PAPU' GÓMEZ: 5

De más a menos. Buen arranque como 'bisagra', enlazando con los de arriba y ofreciéndose entre líneas. Tuvo una buena ocasión llegando desde atrás en la reanudación, cuando ya empezó a pagar la inactividad. Despedido con pitos por parte de la grada.

BRYAN GIL: 5

El que más cerca estuvo de igualar. Hasta tres ocasiones tuvo el barbateño, que no anduvo atinado aunque no se resignó. En la reanudación, se estrelló con el palo, si bien estaba en fuera de juego.

EN-NESYRI: 5

Por alto es capaz de cazar hasta un helicóptero. Además, atrae muchos defensas y generó espacios para Ocampos y Bryan, pero esta vez no logró siquiera encajarla entre palos.

RAKITIC: 5

Bríos necesarios, no sólo creativos, sino también en defensa. Generó peligro a balón parado.

SUSO: 7

Su salida espoleó al Sevilla. Entre otras cosas, tiene la flecha hacia arriba y el punto de mira enfocado. Mandó la última al larguero, probó antes los reflejos de Gazzaniga y conectó al segundo palo con Ocampos.

RAFA MIR: 4

No tuvo ninguna ocasión ni tampoco se la buscó.

LAMELA: 5

Apareció por ambos perfiles y sus cambios de ritmo, al menos, generaron inquietud a los visitantes.

JOSÉ LUIS MENDILIBAR: 5

Los cambios justos para que su once preferido fuera reconocible, aunque, salvo lesión o cansancio excesivo, no se entiende que sentara a Rakitic y, sobre todo, Suso. Acabó con todo lo ofensivo que tenía, a riesgo de perder poderío en la contención y de desordenarse.