Son muchos los aficionados del Sevilla Fútbol Club que recuerdan con cariño a defensas que dieron tanto y fueron tan importantes en aquel Sevilla de los títulos de Juande Ramos e incluso un poco antes. Pablo Alfaro, Javi Navarro, Julien Escudé, Ivica Dragutinovic y también Aitor Ocio.
El central vasco vivió a la sombra de una dupla casi insustituible como fue la de Javi Navarro y Pablo Alfaro primero y luego la de Javi Navarro con Julien Escudé, pero el de Vitoria supo asumir su rol y ganarse muchos minutos a base de buenas actuaciones además en un equipo que sobre todo en sus dos últimas temporadas, la 2005/2006 y la 2006/2007 tuvo una gran cantidad de partidos entre LaLiga, la Copa del Rey y la Copa de la UEFA. 95 partidos, tres goles, dos copas de la UEFA, una Supercopa de Europa y una Copa del Rey es un palmarés como nervionense, una etapa que nunca olvidará y que ahora ha recordado en una extensa entrevista en Relevo.
Así relata su llegada al Sevilla, en la temporada 2003/2004: "El Sevilla había ascendido un año o dos años antes y yo quedaba libre, estaban con esa manera de hacer de Monchi de política cero y poca inversión. Desde principios de enero tuve llamadas tanto de Monchi como del propio Joaquín Caparrós ofreciéndome el ir allí. Como mi única ilusión era continuar en el Athletic, les daba las gracias pero ni escuchaba. Insistieron y llamaron, querían que Darío Silva y yo fuésemos esas piezas para iniciar un nuevo proyecto que tenían en mente y en el mes de mayo o así, cuando tenía el 100% de que no iba a poder seguir aquí llamé a Monchi y le dije, 'pues vamos'. Fue una etapa bonita, llegó Julio Baptista, Dani Alves había justo firmado en el mercado de invierno anterior, el Sevilla quería dar un paso adelante y dos años después levantamos esa Europa League".
Aitor Ocio, de hecho, reconoce que le costó mucho adaptarse a un nuevo estilo de juego, una ciudad y una cultura diferente: "A la vida no, porque es una burbuja irreal. Llegas como futbolista y te abren las puertas de todos los sitios, no es lo mismo que llegar a estudiar o a trabajar... Somos privilegiados, eso no me costó en ningún caso. Sí me costó el cambio, la mentalidad, la manera, el día a día, las concentraciones. Veníamos de Heynckes, muy estricto, no levantabas casi ni la mirada del plato cuando estábamos comiendo y allí se vivía de otra manera porque en Sevilla se vive de otra manera. El tipo de entrenamientos, los partidillos, los rondos... Paquito Gallardo se ríe todavía, 'el vasco no veas cómo se mosqueaba'. Yo estaba acostumbrado que aquí con Heynckes en el típico rondo de antes del entrenamiento no cogía el balón para aplaudir nadie, ya podías llevar 40 pases que los de dentro seguían dando vueltas. Y allí, con la guasa, si al cuarto pase alguien la cogía, se aplaudía y ya está. Y yo pensaba 'cómo es posible, si estamos en Primera División…' Eran maneras distintas. Me frustraba: 'Aitor, estás en dirección contraria. Todos vienen hacia aquí y tú vas para allí'. Yo venía con otra mentalidad y con otra cultura. Me dije: 'date la vuelta y vete en la misma dirección'; y pude disfrutar mucho, pero esos momentos sí que fueron complicados".
En el Sevilla aprendió a ser más duro, un aprendizaje continuo con Pablo Alfaro y Javi Navarro: "Indudablemente era un equipo duro en general, no solo Javi y Pablo. Cada equipo tiene un esquema y Caparrós imprimió ese carácter. El equipo estaba consolidado y de hecho yo el primer año tuve algunas diferencias porque me costó entrar en el equipo. Joaquín tenía muy clara esa pareja y yo les preguntaba '¿entonces para qué me has traído?; ¿para qué me has insistido?'. Pablo y Javi eran duros y yo de alguna forma crecí en ese sentido. Cuando yo jugaba en el Aurrera de Vitoria jugaba de líbero, se me achacaba falta de contundencia, pero allí hice un máster en contundencia y cambié un poco mi estilo. Un poco a regañadientes porque me identificaba más con otro tipo de fútbol pero es lo que quería el míster".
Y luego llega Juande Ramos y un partido inolvidable: "El partido es el del Schalke. Yo siempre digo que hay dos partidos en mi carrera y uno es ese y otro es el que jugamos aquí (Bilbao) con el Athletic contra el Sevilla en Copa. Fue increíble lo que se vivió esa noche en el Sánchez-Pizjuán. Ha habido muchas noches bonitas, pero esa fue especial. Estábamos haciendo una buena temporada, habíamos superado eliminatorias y estábamos en puertas de una final europea. Aquel jueves de feria ocurrió lo que ocurrió y aquel gol de nuestro querido Puerta nos metió en la final. Fue terrible lo que vivimos. Hablo y se me pone la piel de gallina".
De hecho, Aitor Ocio reconoce que ya pensaba que el Sevilla sería su último equipo y que tras renovar, acabaría colgando las botas en Nervión, aunque acabó regresando al Athletic: "Fue una situación inesperada. Yo había renovado en el Sevilla, años antes la anterior junta directiva del Athletic inició contactos para volver y a mí me despertó ilusión, pero la forma en que se hizo y se desarrolló fue un poco también decepcionante, o desilusionante, porque las cosas no fueron como parecían que iban a ir y al final tomé la determinación de renovar con el Sevilla con la idea de retirarme allí. Era uno de los capitanes, estábamos bien a todos los niveles, mi hija había nacido allí y tenía esa idea ya. Pero hubo elecciones en el Athletic y se me trasladó el interés de distintas juntas. Y una vez que llegó tampoco lo pensé.
Durante la entrevista, Aitor Ocio admite ser de lágrima fácil, y cuando recuerda a Antonio Puerta, es inevitable sentir esa emoción: "Soy un poco llorón, la verdad. Cuando hay momentos tan especiales, las despedidas me cuestan y me emociono. La pérdida de un compañero, de un amigo, de esta manera fue dura. Nosotros estábamos volviendo de jugar un partido en Valladolid con el Athletic. Recuerdo perfectamente cuándo me llamaron. Había habido unos episodios en la temporada pasada, había tenido unos desvanecimientos, y yo recordaba que había habido dos antes que este pero aparentemente todo estaba normal. Recuerdo jugar esa jornada en Valladolid, me explicaron lo que había pasado y me temí lo peor. Y a partir de ahí ocurrió la tragedia. Es difícil asimilar que una persona con toda la vida por delante, joven, su mujer estaba embarazada... un chico extraordinario a todos los niveles, con todo para triunfar y disfrutar... de aquella manera, en un momento y en un campo de fútbol se va. Es un golpe de realidad que te hace darte cuenta de lo que somos, que es nada. A veces nos detenemos en circunstancias y en problemáticas del día a día que no tienen ningún sentido. Fue duro, fue duro, fue muy duro".