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"Sabíamos que el rival iba a ser incómodo, porque es muy firme en defensa y nos iba a emparejar en todo el campo. No hemos hecho un buen primer tiempo, en el que nos costaba jugar hacia adelante. En la segunda sí estuvimos mejor", resumía en su comparecencia en zona mixta, antes de pasar por la sala de prensa, un satisfecho Quique Sánchez Flores, orgulloso de la reacción del Sevilla FC, virtualmente salvado (son 12 puntos de colchón a falta de 18) tras encadenar tres triunfos por vez primera en una temporada "dura", que, como en los prolegómenos, volvió a calificar como "un tobogán emocional" (antes del partido dijo "montaña rusa") donde "había precariedad en la confianza de los jugadores", algo que hubo que revertir poco a poco: "No encontrábamos explicaciones a derrotas dentro de la oscuridad, pero estamos muy lejos de esa preocupación. La derrota va por ellos, por los aficionados, que han sufrido mucho".
Ahora, la situación ha cambiado radicalmente, por lo que el derbi del próximo domingo se encara con mucha más ilusión. Una cita sobre la que el madrileño no opina abiertamente: "Los partidos contra el Real Betis son casi una Liga aparte durante la temporada. Prefiero que me expliquen bien lo que significa. Desde fuera, creo haberlo entendido. Para los sevillistas, siempre es un partido especial". Y, aunque Badé y Suso, que estaban apercibidos, no vieron la quinta, se lo podría perder Gudelj, que pidió el cambio por unas extrañas molestias en la rodilla derecha de las que se examinará estos días. Con todo, pinta regular por las palabras de su entrenador, que, lejos de despejar la incógnita y ser positivo sobre su participación, la dejó muy en el aire: "Ha hecho un gran partido, pero ha sentido algo un poco extraño y no pudo acabar. Desde su vuelta, lo hemos notado mucho para bien".
Quique, que volvió a alabar a Isaac en su reencuentro con el gol varias semanas después ("desde el día 1, es un ejemplo en esfuerzo y entrega; representa los valores de honestidad y profesionalidad y es de lo mejor que se puede encontrar un entrenador. No es fácil que la afición corre tu nombre de forma unánime"), se mostró críptico con su continuidad en el banquillo, prácticamente descartada (hasta por él mismo) por la falta de 'feeling' con Víctor Orta y parte de los dirigentes, que intentaron darle su sitio en los últimos días. "No voy a hablar de mí. La temporada acaba en un mes; no se sabe lo que va a pasar conmigo ni con los jugadores. Ojalá podamos disfrutar en estos últimos partidos y que se vea un nivel superior, el que tienen, de los futbolistas". En la línea de lo apuntado justo antes de arrancar: "Es una larga historia que, cuando acabemos en un mes, se podrá contar".
El madrileño incidió en su porvenir también en sala de prensa, aunque prefiere, como ya dijo antes, que los balances se hagan a finales de mayo, con la salvación en el bolsillo y, quién sabe, en otra tesitura clasificatoria: "¿Jugármela en el derbi? Esta pregunta está absolutamente fuera de contexto para mí. No me doy ningún tipo de importancia, tampoco a mi situación. Ahora, lo importante es el Sevilla, acabar la temporada con el mayor ritmo de puntos posibles. Estamos bien, ojalá terminemos así, pero no estoy pensando para nada en lo que pueda pasar conmigo. Quiero que me vean como una persona que ha venido a ayudar, lo está ayudando, hace su trabajito con muchas cosas sueltas que había por ahí y ya está. Quedar como un profesional honesto es lo más importante, más allá de los resultados y esas cosas; que la gente piense eso de mí es lo importante. Lo que entiendo es que hoy, el presente, como se viva, es lo más importante. El ayer no existe y no sabemos lo que va a pasar mañana".