Suma y sigue Carlos Álvarez, de nuevo crucial para el triunfo del Levante UD después de dos empates consecutivos, lo que permite a los granotas asentarse en la zona de 'play off' de ascenso de Segunda división. Sería una de las dos únicas formas en que el Sevilla FC obtendría réditos por su canterano, traspasado gratuitamente el verano pasado, en una de esas decisiones inexplicables que tiene el fútbol en blanquirrojo últimamente, a cambio de conservar el 40% de una futura venta y unas variables en caso de que los valencianos regresen a la elite. A 655 kilómetros de la capital hispalense, el sanluqueño continúa poniendo los dientes largos no ya al sevillismo, sino a cualquiera que ame el 'jogo-bonito', desde aficionados a analistas y periodistas. El menudo mediapunta ha ganado músculo sin perder un ápice de calidad, cóctel perfecto para que sus virtudes asomen a menudo.
El zurdo abrió la cuenta levantinista de la 24/25 y el camino de la victoria en El Molinón, desviando a la red un centro-chut de Andrés García, mientras que en Eibar se sacó de la chistera un pase estratosférico para que Brugué la dejara de tacón e Iván Romero, otro ex nervionense, empujara a la red un gol que, pese a ser la jornada 3, ya oposita a ser de los mejores del curso en la División de Plata. Este domingo, un año después de su estreno con la camiseta azulgrana, volvía al Cartagonova, el lugar de los hechos, para calcar otro servicio milimétrico que el 'Comandante' Morales cruzaría al palo contrario. Fue la diana, como se ha dicho, del triunfo granota y una nueva muestra de que, aunque su contrato dice que está atado hasta el 30 de junio de 2027, Carlos Álvarez va a durar poco en la capital de Turia. Por lo menos, lo disfrutarán hasta enero, gracias a que rechazaron una propuesta de Arabia Saudí.
Con 21 años recién cumplidos, el futuro del aljarafeño se antoja esplendoroso. Lejos de tomarse el adiós a Nervión como un castigo, vio en la puerta abierta una oportunidad. Y el Levante, un histórico donde conviven viejos rockeros como el citado Morales, el meta Andrés Fernández o un antiguo conocido del Sevilla FC como Vicente Iborra y jóvenes prometedores como los zagueros Andrés García y Jorge Cabello, le viene como anillo al dedo. En el Ramón Sánchez-Pizjuán, con un esteta declarado como García Pimienta buscando un director de orquesta en condiciones y remirando en su vestuario, donde solamente Saúl Ñíguez y el aún lesionado Suso Fernández parecen valerle, escuece mucho más el desperdicio de renunciar, encima sin contraprestación ni tampoco una obligación manifiesta, al talento puro de un Carlos Álvarez que hará carrera seguro fuera de su casa.