Seguramente sea desafortunado el juego de palabras utilizado para titular esta información, pero el léxico español está lleno de sexismo. Cuando algo molesta, es un coñazo, pero, cuando encanta, resulta cojonudo. Y hay, desgraciadamente, un sinfín de ejemplos más: zorra y zorro, golfo y golfa, fulano y fulana, sargento y sargenta... Con la disculpa de antemano, valga el artificio lingüístico para reseñar cómo un club de fútbol, en este caso su sección femenina, debe dar muestras de su clase y de su categoría más allá del momento, del estado de ánimo, de los resultados. Porque el Real Betis Féminas no ha empezado bien la temporada 24/25, de clara inflexión tras el paso al costado que dio a finales del curso pasado un María Pry que había vuelto en loor de multitudes pero no pudo evitar que las verdiblancas se acercaran peligrosamente al descenso.
Salvó la situación 'in extremis' Joseba Aguirre, que sigue esta campaña, aunque el primer partido en Eibar queda lejos de las expectativas, con un 2-0 desesperanzador. Queda todo el curso por delante, claro está, por lo que toca apretar en busca de una reacción pronta que aleje los fantasmas de la Avenida de Italia. Un escenario que ha vivido estos primeros días de septiembre un regreso inesperado, ahora desvelado por el agradecimiento de las Rayadas de Monterrey, encantadas de que el Real Betis haya permitido entrenarse con su plantilla a la que fuera su jugadora entre 2018 y 2020, la central y lateral zurdo Merel van Dongen. De esta forma, la neerlandesa ha podido seguir en forma mientras estaba cerca de su esposa, la ex delantera heliopolitana Ana Romero 'Willy' después de que ambas fueran madres a finales de agosto de su primera hija, Ibbie.
Ya de vuelta en Nuevo León y disponible, si su entrenadora lo estima oportuno, para el Clásico ante Tigres, la zaguera ha vuelto "a la que siempre será su casa", en palabras del CM bético. Un detallazo que debería normalizar la figura de la conciliación, tan necesaria también en el mundo del deporte. La propia directora deportiva verdiblanca, María Pry, ya sabe lo que eso, pues fue pionera mientras dirigía al Madrid CFF al solitar la baja paternal para vivir junto a su pareja, Ana Llamas, el nacimiento y las primeras semanas de vida de sus trillizos. Unos meses más tarde, el entonces míster del Linares y poco después del Betis Deportivo Alberto González teletrabajó un tiempo y delegó en su hermano y ayudante para ocuparse de sus hijas en Málaga cuando, tras la sentencia de su divorcio, le tocaba ejercer 'in situ' la custodia compartida.