En el Real Betis llueve sobre mojado. De Burgos Bengoetxea y Jaime Latre, el miércoles ante el Barça; y Del Cerro Grande y Estrada Fernández, este pasado sábado frente al Celta. Ha encajado dos derrotas seguidas en su casa en las que los propios técnicos y jugadores verdiblancos admite que no tiene culpa el estamento arbitral; sin embargo, en La Palmera claman contra dos acciones que entran en los supuestos en los que debe intervenir (obligatoriamente) el VAR y en ninguna de las dos lo hizo. Dos decisiones con un claro y evidente perjuicio para los heliopolitanos más allá de los resultados.
El partido ante el Barça iba 0-0 hasta que, con el Betis muy desordenado, Guardado inocentemente le entregó el balón a De Jong, que sacó rápido y en un lugar distinto al que se produjo la falta sobre Gavi, quien rodó cual croqueta no pocos metros. No fue una cosa tan exagerada como la que se comentó en redes tomando como referencia la posición del jugador derribado, pero sacó en un sitio distinto al de la infracción y la acción acabó en gol. Jaime Latre, a los mandos del VAR, consideró que no era motivo para avisar a De Burgos Bengoetxea, que además expulsó a William Carvalho con el partido terminado por protestarle precisamente esa acción.
Ante el Celta, como reconocieron todos los protagonistas que atendieron a los medios de comunicación en la zona mixta, el Betis perdió por su desastrosa defensa y su nefasta segunda parte; pero acabó nuevamente indignado por la claridad con la que las imágenes muestran cómo Aspas finge ser golpeado en la cara por Luiz Felipe, a quien nadie le había mandado ir a buscar con tanta vehemencia ese balón.
Si lo que quería era evitar que se perdiese tiempo, estaba alimentando todo lo contrario. Es su tercera expulsión y hubo que llevárselo de allí para que no la liase más. Debe aprender, pero su imprudencia nunca puede servir de atenuante para exculpar la omisión del VAR a la hora de revisar otro supuesto de obligada fiscalización: el de las rojas directas. No lo hizo y, además, Del Cerro Grande expulsó a Toni Doblas, preparador de porteros, y a un técnico del Celta; amonestó a Joaquín, por decirle justo eso; y también a Fekir, literalmente, "por correr con los brazos en alto en señal de disconformidad", ya que el francés se quejaba de una acción previa en el otro área.
Es decir, recapitulando, el hecho de que Jaime Latre y Estrada Fernández decidiesen incumplir dos claras obligaciones del VAR le cuesta al Betis visitar la próxima semana a la UD Almería sin Carvalho, sin Luiz Felipe y sin Fekir, porque esa surrealista amarilla era la quinta y debe cumplir ciclo. Habría perdido igual, pero Pellegrini tendría tres efectivos más si la justicia arbitral hubiese hecho su trabajo.
Para colmo, en el campo Del Cerro Grande les explicó a los jugadores del Betis que expulsaba a Luiz Felipe porque desde el VAR le habían comunicado que golpea a Aspas en la cara, pero luego rectifica y se desdice en el acta (probablemente tras ver las imágenes que todo el mundo comenta hoy) y escribió que fue por "golpearle en el pecho". Pese a ello, todas las protestas del Betis iban dirigidas a Estrada Fernández, como responsable del VAR.
El árbitro catalán no hizo declaraciones ni habló, al menos que se sepa, con los jugadores del Betis; pero sólo unos minutos después de acabar el polémico partido en el Benito Villamarín hacía uso de sus redes sociales para lanzar un enigmático y filosófico tuit: "La vida son momentos. ¿O no?". Eso era lo único que se podía leer, pero las interpretaciones volaban, sobre todo entre la indignada afición verdiblanca.
Y no acaban aquí la lista de reclamos a Estrada Fernández y sus compañeros en la sala VOR durante el Betis-Celta, pues si bien intervenieron para decretar penalti del 3-4 en unas manos de Mingueza en el área que Del Cerro Grande había señalado como infracción del atacante (Vinicius), dejó sin señalar otras en una acción individual de Fekir ante Fran Beltran (que alega que tiene el brazo pegado y le da en el pecho), justo en el momento en el que se producía el lance entre Luiz Felipe y Aspas. Justo en el mismo momento. Porque la vida, como dice Estrada Fernández, son momentos.