Fue uno de esos pocos fichajes fallidos que se le pueden apuntar
en el debe a Monchi. Y tampoco es que saliese muy caro. Simplemente, fue una cesión de un futbolista de esos al que el de San Fernando coge
de capa caída para hacer renacer en Nervión. Pero ni
Marko Marin dio en el Sevilla lo esperado, ni tampoco lo ha hecho en ninguno de los equipos en los que ha estado posteriormente. Y no son pocos.
Casi uno por año.
El mediaputa brilló en el
Borussia Mönchengladbach, primero, y más tarde en el
Werder Bremen, hasta el punto de ganarse el sobrenombre de '
El Messi alemán', además de un jugoso y largo contrato con el
Chelsea. Fue ahí, en 2012, cuando
comenzó su cuesta abajo.
Monchi fue el más rápido en hacerse con su préstamo y Marin
causó una enorme expectación en la capital hispalense. De hecho, empezó jugando a las órdenes de Unai Emery y dejando importantes
detalles de su capacidad técnica. Hasta octubre. Con su lesión, comenzó a desaparecer y ya sólo jugó a cuentagotas.
Sus números no fueron malos (dos tantos y siete asistencias en 1.500 minutos), pero
se desenganchó cuando el equipo, que ya soñaba con ser campeón, necesitaba más competitividad.
La final de la Europa League ante el Benfica, en Tunín, dejó patente que no estaba ya para muchos trotes. El técnico vasco le dio la oportunidad en el minuto 74, entrando por Reyes, pero
le quitó en el 104, por Gameiro. Marin, en lugar de saltar al campo con personalidad,
se escondió.
Regresó a Londres y su siguiente salida fue a la
Fiorentina, donde lo 'cortaron' a los seis meses. Desde Florencia, bajó otro escalón y se marchó a una liga menor para vestir los colores del
Anderlecht. Otro fracaso, como el que volvería a firmar más tarde en el
Trabzonspor turco. Sería su última cesión, pues el pasado verano el
Olympiacos compró su pase por tres millones de euros. Grecia es su séptimo país en cinco años. Y tampoco le va nada bien, claro. Marin
se quedó fuera de la lista para el último derbi ateniense, disputado el pasado día 19, por lo que tuvo que ver el partido por televisión.
De nuevo, sus números (un gol y cuatro asistencias en poco más de 400 minutos) son mejores que su rendimiento.
Ocurre igual con su palmarés: a los 28 años, tiene un Campeonato de Europa sub 21, una medalla de bronce en un Mundial y ha ganado dos veces la Europa League.
No todos los futbolistas pueden decir lo mismo.
El caso es que la carrera de
'El Messi alemán' sigue de manera descendiente. Según el técnico interino de Olympiacos, Taskis Lemonis, no le convoca por "razones tácticas".
"Espero que mejore su rendimiento", soltó posteriormente en sala de prensa, una frase ya conocida por Marin, un futbolista con un talento natural al que le falta de competitividad le está haciendo caer en picado. Y le van quedando pocos sitios donde probar.