La Audiencia de Barcelona ha confirmado este jueves la condena al exfutbolista del Celta de Vigo Hugo Mallo, actualmente jugador del Aris de Salónica griego, a pagar 6.000 euros de multa por un delito de abusos sexuales contra la persona que trabajaba como mascota del Espanyol, a la que deberá indemnizar con 1.000 euros.
El pasado 12 de septiembre, el Juzgado de lo Penal número 19 de Barcelona consideró probado que el acusado hizo tocamientos a la víctima durante el partido de Primera división entre el RCD Espanyol y el Celta del 24 de abril de 2019, en el RCDE Stadium.
El jugador gallego presentó un recurso de apelación a la sentencia que la Audiencia Provincial de Barcelona ha desestimado de forma unánime por parte de los ocho jueces que firman la resolución.
El tribunal deja claro en su escrito que se ha llegado a la "plena convicción" de que los hechos "ocurrieron tal y como los relató la víctima" y no ve ningún "ánimo de espurio u otros intereses".
"El tocamiento de los pechos de la víctima realizado por el acusado con sus manos se produjo sin su consentimiento", concluye el tribunal.
La defensa del excapitán del Celta impugnó la sentencia penal al considerar, según su criterio, que se había vulnerado la presunción de inocencia "por falta de prueba suficiente relacionado con el error en la valoración de la prueba" y también por la "inexistencia del ánimo libidinoso".
"Tras el hecho, le espetó un exabrupto ('cabrón'), le desplazó con la mano derecha y se colocó detrás de su compañero en respuesta defensiva", apunta la resolución de la Audiencia Provincial, que añade que "la víctima, desde los primeros momentos, exteriorizó tanto la respuesta emocional a lo sucedido como la descripción verbal".
Eso sí, hay que recordar, y así lo hace la resolución del recurso de apelación, que la sentencia contra Hugo Mallo aún no es firme y que el futbolista podrá interponer un recurso de casación, según los plazos que determina el artículo 847.1, en su punto B, de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
Carme Coma, la mujer que ejercía como mascota aquel día, desveló en varias entrevistas que "tenía muy claro que quería denunciar", ya que "sentía ira y asco".
"Llevo cinco años con presión, vergüenza y miedo a que se supiera mi identidad porque soy una persona anónima. Estoy satisfecha porque por fin el juez ha acreditado que lo que a mí me pasó es veraz ... Se ha hecho justicia", dijo Coma en septiembre, la primera vez que Mallo fue condenado.