Novak Djokovic no estaba muerto, estaba de parranda. O realmente lo que estaba era cansado y solo necesitaba un descanso y un buen rival ante el que coger confianza, más aún de la malísima imagen que dio en el US Open, ya no por la derrota ante Alexei Popyrin, quien lo apabulló sin mucha oposición, si no en general, con un juego lento, pesado y necesitado de eso mismo, un descanso. Más aún después de la exhibición que dio en los Juegos Olímpicos para conseguir lo único que le faltaba a su gloriosa carrera. Pero ahora ha vuelto a la pista para hacer la única cosa que le gusta más que el tenis, representar a Serbia en la Copa Davis.
Y es que Nole tiene una tarea más que importante con su país, ya que se están jugando ante Grecia en Belgrado una plaza en los Qualifiers del año que viene, en los que luchen por regresar a la fase de grupos que este 2024 se está jugando en Valencia, Zhuhai, Boloni y Manchester. Y es que el cambio serbio ha sido muy duro, ya que el año pasado estuvieron en la final a 8 de Málaga, y ahora pelean por no descender, algo complicado con alguien como el número 4 del mundo en sus filas. Por lo pronto, Djokovic ha conseguido un incontestable triunfo ante Ioannis Xilas, de 23 años y 770º del ranking, sobre el que pasó por encima con un 6-0 y 6-1 en apenas 45 minutos.
Los helenos no tienen esta semana a Stefanos Tsitsipas en sus filas, por lo que apenas pueden presentar oposición a los balcánicos, toda una potencia. De hecho, en esta eliminatoria, que se disputa con el formato antiguo de la Copa Davis, con dos partidos individuales el viernes, el dobles el sábado y otros dos individuales el domingo.
Serbia domina por ahora con autoridad, y es que tiene el colchón de saber que Djokovic va a jugar sobre el papel su segundo punto ante Aristotelis Thanos, 713º del ranking, y al que el número 2 local, Miomir Kecmanovic venció por un doble 6 a 3. Incluso el gran héroe local va a jugar el dobles junto al joven Hamad Medjedovic para dar el punto definitivo a su país, y sobre todo para darse un baño de masas en su ciudad, Belgrado, donde cada vez que juega se vuelca en hacerlo sentir grande.