Alberto Gálvez3 min lecturaAryna Sabalenka tiene dos caras, la de la felicidad y la de su locura máxima. Cuando le entra la bola, hasta se marca un baile como hizo en plena pista tras colarse en su tercera final consecutiva del Open de Australia. Cuando no, es capaz de pagarla hasta un recoge pelotas o destrozar cuantas raquetas tenga en su mano para desahogarse. Y hoy ante Madison Keys enseñó la segunda.
La estadounidense, 19 en el ranking hasta hoy, se resarció del fatídico tropiezo en la final del US Open de 2017, después de superar en la final del Abierto de Australia a la bielorrusa y primera clasificada mundial, por 6-3, 2-6 y 7-5, tras dos horas y dos minutos de juego.
Y pese al gran partidazo que han firmado ambas, la imagen de la final será la de Sabalenka pagándola con su raqueta una vez finalizado el encuentro. Sin duda, no encajó nada bien el hecho de ver cómo se le escapaba su tercer título consecutivo en el Open de Australia. Primero golpeó su raqueta contra el suelo y luego la lanzó lejos antes de sentarse en el banco para desahogarse debajo de la toalla.
Posteriormente, en la entrega de trofeos, ya se pudo ver a Aryna Sabalenka más sosegada y hasta bromista con su equipo técnico: "El Open de Australia es como el torneo de mi casa, gracias a todos por vuestro apoyo. ¿Debería decirle algo a mi equipo? Como siempre, es vuestra culpa chicos. No quiero veros la próxima semana, os odio. No, de verdad muchas gracias por lo que hacéis por mí y bla bla bla. No, creo que dimos lo mejor de nosotros. Madison jugó increíble, realmente no pude hacer nada en este partido. La próxima vez que nos enfrentemos, jugaré mejor tenis. Y le quiero enviar amor a mi equipo. Os quiero incluso aunque haya perdido".
La tenista de Illinois (Estados Unidos), que privó a Sabalenka de ganar el primer Grand Slam de la temporada, se ha convertido a los 29 años de edad en la cuarta jugadora más veterana en conseguir su primer 'Major', por detrás de la italiana Flavia Pennetta (US Open con 33 años), la británica Ann Jones (Wimbledon con 30 años) y la transalpina Francesca Schiavone (Roland Garros con 29 años).Ahora, gracias a este triunfo ascenderá en la clasificación WTA hasta la séptima posición después de superar los fantasmas de los últimos ocho años, que le acompañaron tras aquella dura derrota en la final de Flushing Meadows en 2017, frente a su compatriota Sloane Stephens, por un severo 6-3 y 6-0.