Alberto Gálvez3 min lecturaEl mundo del tenis se va renovando, poco a poco, y no sólo se cuelgan las raquetas, sino también los bolígrafos. Porque una de los jueces de silla más célebres de todos los tiempos, Carlos Bernardes ha decidido poner punto y final a su labor en dicho deporte.
Por su humildad, por su sinceridad y por su calidad técnica-visual se ha ganado el respeto de todos los deportistas a los que dirigido en un partido. Y tras 40 años ejerciendo como tal, el US Open 2024 será uno de sus últimos torneos como profesional.
Escenas imborrables con tenistas como Rafa Nadal, Roger Federer o Novak Djokovic le catapultaron ante las cámaras, pero su primer contacto con el arbitraje llegó en 1984, cuando tan sólo tenía 18 años.
El brasileño empezó en el Club Deportivo Pinheiros de Sao Paulo como juez de línea en una eliminatoria regional de la Fed Cup (actual Billie Jean King Cup) por la necesidad de llevar dinero a su casa tras la repentina muerte de su padre. Y en 1992 ya se convirtió en juez de silla de la ATP a tiempo completo.
No es raro verlo entre las gradas, porque en sus ratos libres le gusta disfrutar de lo que tanto ama, el tenis. "Llevaba pensando durante los últimos años en retirarme, hasta que decidí que este era mi último año. No vengo de una familia rica... y después de todo este tiempo, darme cuenta de que he visitado más de 100 países y que he conocido desde gente sencilla hasta presidentes, no parece la vida real".
Cuestionado sobre su fuente de motivación de todos estos años ha subrayado que ha sido "la pasión por el deporte" la que le ha "mantenido en marcha".
Y como todos los profesionales de este deporte ya saben de su decisión, Bernardes está siendo recibido con mucho cariño en todos los torneos que está dirigiendo. Y en algunos como el Conde de Godó, no pudo evitar derramar algunas lágrimas: "Nunca esperé esto, es muy bonito cuando los jugadores, directores de torneos y el público viene a hablar contigo. Aprecio mucho el cariño de todos".
Y después de pensarlo tanto, Carlos Bernardes ha decidido despedirse a lo grande, dirigiendo como juez de silla las finales de la Copa Davis, una cita en la que todavía no se ha estrenado por raro que parezca.