Que el último año de Rafa Nadal iba a ser duro estaba claro, tanto para él, que después de todo lo que sufrido por las lesiones iba a tener que recuperar el ritmo en un circuito que cada vez premia más el ritmo de bola alto y a los pegadores, como para los aficionados, que durante años han llorado las derrotas y celebrado los triunfos del manacorí. Pero este último baile iba a ser servir para homenajearle, aunque un competidor como él no entiende de celebraciones si no es acompañadas de victorias, lo que hace aún más duro presenciar eventos como el de este mediodía en Roma, donde ha sido vapuleado por Hubert Hurkacz en una pista donde había ganado el torneo en diez ocasiones.
Tras caer ante Lehecka en Madrid, explicó que iba a usar este torneo para decidir si participaba en Roland Garros a partir del día 27, y una vez eliminado, y aunque la decisión no esté "clara" en su mente, más o menos sabe por donde pueden ir los tiros. "Si tuviera que decir algo diría que estoy más cerca de ir y darlo todo", así de categórico ha sido, eso sí, no esconde que físicamente tiene "problemas", pero "no los suficientes como para no ir". Y es que el parisino es el torneo "más importante" de su carrera. "Si me encuentro bien, estaré allí para pelear por lo que he peleado estos 15 años".
Es consciente de que tiene dos caminos a seguir sobre lo que vaya a hacer, el primero, pensar que no está preparado por lo que ha hecho hoy en la pista, algo que ve "entendible y aceptable", no obstante, prefiere el segundo, que dice "que faltan dos semanas" y tiene tiempo para poder cambiar esta dinámica. Todo puede pasar ahora, en un momento en el que no pierde la sinceridad. "Aunque sea un momento difícil, es un día frustrante, me siento más cerca de intentarlo, aunque ahora mismo estoy tocadillo".
La solución para poder estar la tiene clara, y pasa por un plan de trabajo que le permita "estar diferente" a lo que ha estado en la capital italiana y va a intentarlo para tratar de rebatir a la lógica y por qué no, soñar con hacer grandes cosas en París, porque tiene motivos para hacerlo. "Hoy parece imposible pensar en ir a Roland Garros a competir por algo, pero físicamente no he estado tan mal. Espero prepararme bien y llegar con las condiciones suficientemente buenas y darme una oportunidad para pelear por todo lo que me gustaría pelear". Fácil no va a ser visto lo visto, pero el campeón de 22 Grand Slams es mucho más optimista de lo que se podría esperar tras lo que acaba de vivir y solo por eso y por lo que conseguido en su extensísima carrera, merece un voto de confianza.