Esta nueva edición de Roland Garros ya tiene un nombre propio, el de la rusa Mirra Andreeva. A sus 17 años ya ha hecho historia en el torneo parisino tras vencer a Aryna Sabalenka y colarse en las semifinales, sus primeras en un Grand Slam.
Pero, además, se ha convertido en la tenista más joven en todo el siglo XXI que gana a una rival del top-2 en un torneo de Grand Slam y desde que lo hiciera Hingis, ninguna mujer había alcanzado dicha fase en Roland Garros a esa edad.
Y es que parece que la rusa tiene las ideas muy claras en París. Tanto que ha tomado una decisión dolorosa pero siendo consciente de que puede ser vital para seguir ampliando su hazaña en la ciudad del amor.
En cuanto bajó las escaleras tras su victoria frente a Sabalenka, su equipo técnico y ella decidieron retirarse en la categoría de dobles, donde ya tenía programado su duelo de cuartos de final junto Zvoraneva contra Kostyuk y Ruse.
Y es qu,e tras cargarse a una de las dos favoritas del torneo, tanto Andreeva como su entrenadora, la española Conchita Martínez, quieren intentar llegar a la final. Y para ello saben que debe llegar fresca al choque que le medirá a la italiana Jasmine Paolini, quien derrotó a la Elina Rybakina, cuarta raqueta del mundo (6-2, 4-6 y 6-4), protagonizando así otra de las sorpresas del torneo.
Hoy el nombre de Andreeva acapara muchas páginas en los diarios deportivos. Y es que todos los expertos coinciden en la enorme personalidad que está mostrando en el torneo y que ayer, ante una rival de la talla de Sabalenka, dejó la volvió patente para colarse en semifinales.
De hecho, incluso dominó la primera manga, si bien finalmente se la llevó la bielorrusa. Pero Mirra tuvo un servicio a favor para anotársela, pero lo desperdició y terminó cediendo en el tie-break.
Sin duda, Roland Garros ya tiene la primera gran gesta de su edición 2024. Esta joven promesa del tenis femenino ha cautivado a todos. Y no es casualidad, ya el año pasado causó sensación en Roland Garros al alcanzar la tercera ronda procedente de la fase previa. Y, unas semanas más tarde, en Wimbledon se clasificó para sus primeros octavos de final de un Grand Slam. Ahora, ya está a las puertas de vivir su primera gran final. Y no quiere que nada ni nadie se lo impida.