El tenis es uno de los deportes más seguidos del mundo, y durante los once meses de temporada atrae a multitud de personas, tanto a sus televisores para ver los enfrentamientos entre los mejores y las mejores del mundo, como a las pistas para verlo en directo. Pero si algo ha crecido en las últimas campañas es el interés por las jugadoras, porque la diferencia entre los hombre y las mujeres es cada vez menor, hasta el punto de que se ha llegado a un acuerdo para que en muchos de los principales eventos haya una igualdad salarial que sin embargo, ha despertado algunos resquemores.
Porque pese a esta igualdad de pagos tan luchada y recientemente conseguida, en casi todos los eventos, aún quedan cimas por conquistar, pero no todos están tan contentos de que se logre. Un ejemplo es el exjugador ruso Nikolay Davydenko, quien llegó a estar en el top tres de la ATP y fue un habitual de las últimas rondas de los grandes hace poco más de una década, pero que ahora ha hecho estallar las redes durante una entrevista al medio ruso Match TV. En ella Davydenko ha explicado que entiende la igualdad en casi todos los torneos, pero no en los 'Grand Slams'. “En los torneos de categorías 250, 5000 o Masters 1.000 es posible, pero cuando hablamos de Grand Slams, ellas no juegan los partidos a cinco sets”.
Y es por eso por lo que cree que no es justo que ambos géneros reciban el mismo premio, debido a que los tenistas tienen que esforzarse mucho más durante el torneo. “Los tenistas trabajan tres veces más las tenistas en los Grand Slam. Por eso es injusto que ganen el mismo salario”. Reabriendo un debate que parecía cerrado.
La de Davydenko no es la primera voz que pone en tela de juicio el interés por el tenis femenino, sin ir más lejos, incluso una de sus grandes protagonistas como Aryna Sabalenka, confesó hace unos meses que ella no ve tenis femenino porque le parece mucho menos espectacular que el masculino. Sin embargo, hay otras corrientes que abogan por lo contrario, ya que el deporte de la raqueta en su versión de hombres es tan física que a veces no permite ver puntos elaborados, todo lo contrario de las mujeres, que tienen que elaborar sus puntos, dando lugar a vibrantes intercambios y a unas pugnas espartanas por cada punto.