"Es uno de los peores partidos de 'Grand Slam' que he jugado, al menos que recuerde. No es una sensación muy agradable haber jugado de esta manera, pero le doy todo el mérito a Sinner, lo ha hecho todo mejor que yo en todos los aspectos del juego". Novak Djokovic no buscó excusas en su ya histórica derrota ante Jannik Sinner en las semifinales del Open de Australia 2024. El tenista serbio, que perdió por primera vez en esta ronda del primer Grand Slam y se despidió de la opción de sumar su undécimo título en Melbourne, aceptaba la derrota ante un tenista que, según reconoció, había sido mejor.
De hecho, la derrota marca un dato histórico para él. Es la primera vez que Djokovic acaba un partido en un torneo del Grand Slam sin contar con un punto de 'break' a su favor. "Esa estadística dice mucho. Estaba sacando con mucha precisión (...) Siempre estuvo muy tranquilo, muy sereno en la cancha. Darren Cahill, que es un entrenador con mucha experiencia y que ha trabajado con exnúmeros uno del mundo, es de gran ayuda desde el punto de vista mental", admitía el serbio.
Si bien, tanto en el saludo al final del partido como en la rueda de prensa posterior, Djokovic asumió culpas por su juego y elogios al del rival, su actitud en la pista dejó mucho que desear. Habituales son sus aspavientos cuando pierde puntos importantes o cuando no le gusta cómo va el partido, algo que se le ha echado en cara y que, a veces, desconcierta a los contrarios.
Sin embargo, esta vez no ha sido lo peor por lo que ha llamado la atención en el partido. El aún número uno del tenis mundial la tomó con el juez de silla en el tramo final de su duelo ante Sinner, al que culpó de estar muy pasivo ante los gritos de algunos aficionados cuando el tenista serbio iba a ejecutar su servicio.
"¿Vas a hacer algo o te vas a quedar ahí sentado? ¿Quieres una taza de té?", señaló molesto el serbio. En ese momento, acababa de perder su saque y de confirmar la ruptura Sinner con muchos apuros y se encarrilaba hacia el triunfo con un marcador favorable de 6-1, 6-2, 6-7(6) y 4-1.
No fue su única acción reseñable ni negativa, pues las cámaras captaron cómo, justo momentos antes, pagó también su frustración con un micrófono. El tenista serbio golpeó uno de los micrófonos de la Rod Laver Arena cuando se dirigía al banquillo, que acabó destrozado. El juez de silla no le señaló ningún 'warning' ni le advirtió y el juego continuó como si no hubiera hecho nada.