El tenis vive momentos muy contradictorios en nuestro país. Mientas Carlos Alcaraz ha vuelto a ocupar el número uno del mundo y se espera la llegada de la tierra batida para volver a ver a Rafa Nadal, el tenis femenino atraviesa su peor momento en mucho tiempo.
Paula Badosa y Garbiñe Muguruza son los nombres propios del circuito femenino, pero ninguna de las dos atraviesa su mejor momento.
La hispano-venezolana lleva más de un año que no levanta cabeza, con un 2022 para olvidar, pero es que 2023 ha empezado igual para ella. Lejos queda cuando fue número uno mundial y ganó Wimbledon (2017) o Roland Garros (2016).
Esta temporada acumula más renuncias que partidos y los cuatro que ha jugado los ha perdido. Tanto es así que Garbiñe tuvo que decir basta. "Me tomaré un descanso de la competición durante las próximas semanas. Seguiré trabajando con mi equipo para volver a mi nivel de tenis y sentirme lista para competir nuevamente", dijo antes de renunciar a Indian Wells. Unos números que le han hecho colocarse por debajo del Tp-100 en el ranking WTA.
Badosa tampoco atraviesa por su mejor momento. Las lesiones han marcado el inicio de curso de la neoyorquina, que, pese a caer en tercera ronda de Indian Wells, es la española mejor clasificada en el ranking mundial, ocupando actualmente el puesto 29, mientras que la temporada pasada estuvo cerca de ser número uno.
Ellas son las caras reconocidas del tenis femenino y ese es en parte el gran problema. Mientras que hay varias raquetas masculinas en una segunda línea de nivel medio-alto como Pablo Carreño, Roberto Bautista, Alejandro Davidovich, Pedro Martínez o Albert Ramos, en el circuito femenino faltan jugadoras nacionales.
Cristina Bucsa (82), Nuria Párrizas (88) y Rebeka Masarova (90) son las tenistas españoles que están, junto a Paula Badosa, por encima del Top-100 del ranking WTA, mientras que hace un año España tenía a cuatro jugadores por entre las 50 mejores del mundo.
El tenis español no ha sabido generar talento femenino con la raqueta, puesto que Masarova y Bucsa, las dos mejores situadas para tomar el testigo, son nacidas fuera del territorio nacional.
Habrá que confiar en ellas, junto a que Badosa y Muguruza consigan volver a ser lo que fueron, para revivir el tenis femenino nacional. La neoyorquina tiene en su mano volver a colocarse entre las diez primeras del mundo, que es lo que le falta para pelear por cosas mayores.