El
Sevilla FC volvió al trabajo el pasado domingo y en la mañana de este lunes se ejercitará de nuevo, totalmente centrado ya en su eliminatoria de
Copa del Rey del martes en el campo del
Linares Deportivo, después de las malas sensaciones que dejó en su empate a uno en
El Gran Derbi contra el
Betis, con goles de Suso Fernández y Sergio Canales, de penalti, en el Benito Villamarín y con
Yassine Bono como héroe blanquirrojo.
Al equipo de Julen Lopetegui le
faltó profundidad y más ambición y claridad para acercarse a su mejor versión ante el eterno rival, en un partido en el que los béticos se mostraron superiores y donde el marroquí
Bono fue decisivo y salvó un punto para el Sevilla FC
al detenerle un penalti al galo Nabil Fekir a un cuarto de hora del final y ya con 1-1 el marcador.
Bono se convirtió así en el
primer portero sevillista en parar una pena máxima en un derbi en Primera división, ya que en las tres anteriores erradas por el Betis en estos duelos de máxima rivalidad hispalense tanto el checo nacionalizado español
Yanko Daucik, en 1960, como el búlgaro
Trifon Ivanov (1991) y el brasileño
Robert de Pinho (2007) lanzaron el balón fuera, destacó el Sevilla.
Con el penalti que Bono detuvo al campeón del mundo verdiblanco el pasado sábado en Heliópolis,
el Betis suma 19 lanzamientos a favor en los 99 derbis de Primera división, con un saldo de 15 goles y con los cuatro lanzamientos errados ya mencionados (Daucik, Ivanov, Robert y el propio Fekir).
En el derbi en el feudo del eterno rival, Bono alcanzó los
80 partidos en LaLiga y vio cómo Canales, también desde los once metros, le hizo
encajar su tanto número 100. Recibió 89 dianas en 62 encuentros como cancerbero del
Girona CF y sólo ha concedido
11 en las 18 jornadas que ha disputado defendiendo el arco del Sevilla FC.
La historia de Bono es bastante curiosa. Llegó a Nervión en el verano de 2019,
cedido con opción de compra, y a dos meses de acabar la 19/20 tenía
todas las papeletas para abandonar el club por la puerta de atrás, de manera discreta y señalado por algún que otro fallo garrafal en las contadas oportunidades que tuvo.
La vuelta del confinamiento lo cambió todo y Bono pasó
de ser un actor secundario -casi con categoría de figurante- a ser el protagonista y uno de los máximos artífices del título conquistado en Colonia (Alemania). El internacional marroquí fue el
héroe de la sexta Europa League, junto a otros como De Jong, gracias a sus
antológicas paradas en las eliminatorias.
En los cuartos de final, el portero norteafricano le
detuvo un penalti a Raúl Jiménez (
Wolverhampton) en los primeros compases del partido y con 0-0 en el marcador.
En semifinales, ante el Manchester United, le volvieron a lanzar otra pena máxima y adivinó también la dirección del misil de Bruno Fernandes, pero la violencia en el golpeo lo hizo imposible de repeler.
Aun así,
detuvo el bombardeo de Rashford, Martial y el propio Bruno y su actuación fue clave para pasar
a la gran final frente al Inter de Milan, donde, entre otras actuaciones salvadores, resultó providencial en un mano a mano ante el temible Romelu
Lukaku. Esa fase final de la Europa League hizo que el Sevilla FC le fichase, que Lopetegui le diese el rol de titular indiscutible en esta 20/21 y que
su valor de mercado se haya multiplicado casi por cuatro.