Cuando a un equipo
forrado de dinero se le pone un jugador entre ceja y ceja, malo. Malo, sobre todo, para el club donde juega ese futbolista en cuestión. Al
Sevilla FC, un grande en España y Europa como el
Manchester City, le salva que no tiene necesidad de
vender, tras la conquista de su sexta
UEL y la clasificación para la Champions League, con sus correspondientes
ingresos asegurados. Además, el susodicho ha dicho por activa y por pasiva que desea
quedarse en Nervión para seguir
creciendo y conquistando objetivos. Lo que no quita que a nadie le amargue un dulce de color albiceleste y un puñado importante de
euros (o de libras, en este caso).
Los 'citizens', con Pep
Guardiola al frente, se han propuesto reformar de arriba a abajo el centro de su defensa. La llegada de Nathan
Aké, por el que pagaron 45,3 millones de euros al descendido
Bournemouth, no es suficiente, por lo que se han lanzado a por Jules
Koundé, alternativa al napolitano
Koulibaly, a quien Aurelio de Laurentiis no deja salir ni por
65 millones de euros, como ocurrió con el sondeo al
Atlético de Madrid por
Giménez (cifrado en
80 kilos). El francés ha explotado de manera notable como nervionense, por lo que su
cotización ha ascendido muy por encima de los
20+5 que costó el pasado verano.
El propio
Monchi confesaba este lunes, durante la presentación de
Acuña, que se había rechazado una propuesta
2,5 veces superior a la inversión realizada para sacarlo del
Girondins. Según ha trascendido, los blanquirrojos se remiten a la
cláusula del zaguero, que asciende a
90 millones, una cifra que, en principio, el City no está dispuesto a alcanzar... de momento. Porque, según diferentes medios ingleses, los 'sky blues' estarían dispuestos a poner sobre la mesa
70 millones y el traspaso del central argentino
Otamendi. Una oferta que sigue lejos de las pretensiones sevillistas, pero que deja bien a las claras el interés de los británicos.